7.9.14

La nacionalización sueca de su banca: Los gestores fueron desalojados de forma fulminante de sus puestos

"El modelo de rescate bancario en España, fundamentalmente de las Cajas de Ahorro, ha sido todo menos transparente e inocuo para el contribuyente. (...)

El último ejemplo, el de Cataluña Caixa, ha sido verdaderamente sangrante, con una inyección de casi 12.000 millones €, y asumiendo el Estado todos los posibles quebrantos por sentencias judiciales, lo que sin duda es un gran regalo para la entidad adjudicataria, como antes lo fueron otras entidades para completar el mapa financiero. En conjunto, la inyección de dinero público se acercaría a los 240.000 millones €, es decir más de un 20% del PIB. 

Este modelo de rescate bancario ha tenido una peculiaridad, en comparación con otros ejemplos históricos. Por ejemplo, los gestores no fueron cesados hasta después del proceso de nacionalización, o incluso en algunos casos, muchos de ellos se mantienen en sus puestos, a pesar de las ayudas recibidas, tras una pésima gestión.

 Tampoco se ha dado información completa de la verdadera situación de las entidades afectadas, pues incluso tras la inyección masiva de capital, es muy probable que tenga que haber otra ronda adicional de capitalización.  (...)

 Frente a esta chapuza legislativa, que empezó con las fusiones frías, continuó con la recapitalización mediante el uso de instrumentos como las preferentes y terminó en varios RD que han combinado saneamiento con dinero público y regalos a los principales bancos del país, contrasta con el modelo sueco en el año 1992.

 En primer lugar, el proceso fue absolutamente transparente, y contó con la dirección del Gobierno y el Banco Central. Los gestores de las entidades afectadas fueron desalojados de forma fulminante de sus puestos, algo que no se ha hecho en España. 

Sólo tras un análisis exhaustivo de los balances, no como los casos de la CAM, Bankia, NovaGalicia, Cataluña Caixa, o el Banco de Valencia aquí, se comenzó a inyectar capital, y se nacionalizó todo el sector. 

Tras el reparto de costes entre acreedores y deudores, la banca se saneó, se sacó a la venta y apenas costó dinero al erario público. (...)

La realidad española dista mucho de esta solución. El regulador ha consentido que las entidades intervenidas sigan siendo gestionadas por los mismos que llevaron a dicha intervención, saltándose todo el protocolo en materia de salarios o indemnizaciones, cuyas cifras deberían avergonzar a las dos partes. 

El grado de transparencia ha sido mínimo, teniendo aquí a ilustres aliados en los Consejos de Administración de muchas de estas entidades, cuyos representantes son elegidos por parte de los grandes partidos políticos, sin distinción, en oscuras maniobras de repartos de poder. La inyección de capital a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) tampoco ha servido para solucionar los problemas de solvencia y liquidez, se ha abandonado cualquier intento de reducir la deuda de los afectados, y se persiste en la valoración artificial de los activos tóxicos, para lo que han contado con la alianza del nuevo Ejecutivo de Rajoy.

En resumen, se está intentando salvar a todas las entidades, sin reducir capacidad, y por supuesto mantener intacto el volumen de deuda, y la valoración de activos, generando situaciones de desahucios y alzamientos, que aumentan la exclusión social, la pobreza y la mora.(...)"             (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 27/04/2014)

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