"Los datos de Contabilidad Nacional del segundo trimestre, tan difíciles
de entender como los últimos, muestran una realidad muy preocupante,
salvo para los que se dejan llevar por la euforia oficial.
En esencia,
lo que nos dice el INE es que en términos nominales la actividad apenas
crece, pero que son los milagrosos deflatores los que devuelven la
sonrisa gubernamental con su declinar constante.
Es decir que, al margen
de que nadie explica cómo se construyen, la economía española estaría
en deflación, algo que parece se deja notar también en el IPC de los
meses del verano.
Tras los curiosos episodios contables del cuarto trimestre de 2013 y
el primero de 2014 en materia de gasto público, todavía sin aclarar,
ahora ya se ha logrado ajustar el PIB mediante la demanda interna, ante
el evidente declive del sector exterior, tan efímero como imposible de
mantener, especialmente porque ya las familias aumenta el gasto y las
empresas inician el ciclo inversor.
Esto es lo que un conocido
periodista denomina en todos los programas en los que actúa, el efecto
furgoneta. En términos nominales, el consumo de las familias crece un
exiguo 0,3% con tendencia a la moderación, a pesar de que las cifras de
otras variables de coyuntura no corroboran esta ilusión monetaria que
teóricamente asola a las familias.
Este avance del gasto en consumo iría
apoyado por una magra mejoría en el empleo, apenas 95.000 empleos a
tiempo completo, y por la sorprendente y mágica recuperación de las
remuneraciones de asalariados que avanzan un 1,8% trimestral y un 1,2%
anual.
Esta se asentaría en la industria, un 3,8% en la manufacturera y
un 5,8% en la construcción y apenas un 1,2% en los servicios. De nuevo,
esto no se correspondería con los datos de convenios, aunque estos cada
vez determinan menos el crecimiento salarial.
Frente a esto, los márgenes empresariales habrían descendido en el
segundo trimestre, un 2,5% trimestral y un 0,4% anual, lo que pondría en
cuestión la lógica de la recuperación y haría más sorprendente el dato
de inversión en equipo, o el efecto furgoneta, sin que medie una mejoría
del crédito, que no es el caso. La pregunta que surge es, ¿cómo casa
esto con los datos de empleo y de cotizaciones a la Seguridad Social?
En el caso del empleo, las dudas son cada vez más notorias. Las horas
trabajadas decrecen un 0,8% en el primer semestre del año, respecto al
semestre anterior, frente a un avance del PIB del 0,5%, lo que en
términos anualizados supone un despegue de la productividad del 3,5%.
Estas cifras chocan a cualquier economista o analista, viendo dónde se
concentra el escaso y precario empleo creado, hostelería y turismo,
sectores con muy bajo valor añadido. Solo lo explica el profesor Iranzo
que defiende que, gracias a las nuevas tecnologías, estos sectores son
ahora mucho más productivos y por eso no es un problema el descenso de
los precios.
Por tanto, si en una economía están cayendo el número de
horas trabajadas y también lo hace la población, la producción también
debería estar descendiendo, lo cual hace que la medición del PIB real en
España deje mucho que desear. Si no hay buenas estadísticas, el
diagnóstico y las políticas económicas a aplicar no servirán para poder
reactivar nuestra maltrecha economía. (...)" (Alejandro Inurrieta, 31/08/2014)
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