"(...) Supermario tenía que actuar. Apenas unos días antes, las cifras de PIB habían puesto de manifiesto un frenazo en seco de toda la actividad en Europa. Igual que en Japón se ha recurrido a un bombardeo fiscal y monetario bautizado como Abenomics,
Europa tendrá que emprender una aventura similar aunque a una menor
escala y al tiempo que soporta las reticencias de Alemania.
El objetivo:
acabar de una vez por todas con el círculo vicioso de bajas
perspectivas de inflación y crecimiento que a su vez hacen que se
congelen las compras, el crédito y la inversión, lo que termina
socavando la supervivencia de las empresas, obligándolas a someterse a
nuevos ajustes de empleo en una especie de cuento de nunca acabar.
Empujado por los preocupantes datos de crecimiento de Francia,
Alemania e Italia, este jueves Supermario sorprendió otra vez al mercado
anunciando una intervención más contundente de lo esperado. Así de mal
está la cosa. Por un lado, rebajó los tipos de interés del 0,15 al 0,05
por ciento, unos niveles ya muy bajos y que de por sí probablemente no
consigan que se brinde más crédito.
En principio, esta medida presenta
escaso recorrido salvo por una cuestión no baladí: que fomente que los
inversores puedan financiar en euros sus adquisiciones de deuda en
dólares. Es decir, que sirva para que tomen prestado muy barato
en euros y lo utilicen para comprar bonos estadounidenses ahora que los
tipos al otro lado del Atlántico pueden moverse al alza, lo que en el
argot se conoce como carry trade.
Dicho fenómeno puede provocar
un repunte de la demanda de dólares y, por consiguiente, una caída de
la cotización del euro, beneficiando a las exportaciones europeas.
Por otro lado y a falta de la letra pequeña, el presidente de la
autoridad monetaria avanzó la compra de títulos respaldados por activos o
Asset Backed Securities por sus vocablos en
inglés. Estos ABS son paquetes de créditos que se trocean y venden
mediante unos papelitos que proporcionan un tipo de interés igual que un
bono, precisamente el tipo de ingeniería financiera que ayudaba a los
bancos a quitarse los riesgos del balance y que estuvo en el origen de
la crisis.
La idea del BCE consiste en adquirir aquellos que se empleen
para financiar a pymes, de modo que así se anime a los bancos a prestar a
las empresas de menor tamaño. Sin embargo, el problema de estas
emisiones radica en que en Europa hay muy pocas, están bastante
estigmatizadas por los inversores, la regulación bancaria internacional
las penaliza mucho y son harto difíciles de valorar. (...)
De ahí que el BCE haya extendido también las compras de activos a las cédulas hipotecarias,
un producto financiero más extendido aunque su uso se concentre sobre
todo en España y Alemania.
La adquisición de estos títulos respaldados
por hipotecas sí puede tener más impacto a la hora de atizar el mercado
inmobiliario y despertar la inflación del mismo modo que se ha hecho en
Reino Unido. Draghi ha llegado incluso a comentar que podría comprar
paquetes de hipotecas de mayor riesgo siempre que tengan una garantía de
los Estados. (...)
Tampoco parece que vayan a obrar el milagro las inyecciones de liquidez a la banca condicionadas a que se presten, las llamadas LTRO. Y es que el problema de fondo de todas estas iniciativas del BCE se resume en que intentan tapar un problema de exceso de endeudamiento con más deuda.
Por más que se inunde el mercado de liquidez y se ofrezca la
posibilidad de contraer más crédito, no hay demanda suficiente, pues los
agentes todavía se encuentran inmersos en un largo y duro proceso de
desapalancamiento.
Es más, tras seis años de crisis las empresas solventes ya tienen
arreglada su financiación. Por lo que ahora se trata de financiar a las
nuevas o a las menos solventes. Y sin embargo la banca no tiene ahora
ningún apetito por el riesgo en un contexto de paupérrimos crecimientos y
por lo tanto escasa solvencia de los prestatarios: las
entidades aún están recomponiendo y saneando sus balances, están
sometidas a unos test de estrés, ya prestan muchos recursos al sector
público y encima la regulación les penaliza los créditos a pymes.
Este verano, muchos bancos no han querido prestar a otros ni siquiera
cuando se les castigaba con un tipo de depósito negativo por mantener
sus fondos en el BCE.
En definitiva, incluso con unas cantidades exorbitantes sobre la
mesa, Draghi está a punto de comprobar los límites de la política
monetaria. Quizá logre revivir algo el crédito. Es posible que incluso
infle los precios de algunos activos financieros. Pero cuesta ver que vaya a hacer repuntar la inflación y el crecimiento simplemente a fuerza de más deuda.
Al final, Draghi tendrá que recurrir a una expansión cuantitativa total o full QE, consistente en la compra directa de bonos soberanos para financiar nuevos déficits públicos. (...) " (Antonio Maqueda, Vox Populi, 05/09/2014)
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