"(...) La política de Syriza es exigir una revisión de las medidas de
austeridad impuestas a Grecia por una coalición de Alemania, Francia, el
Fondo Monetario Internacional e indirectamente el Departamento del
Tesoro estadunidense. Syriza dice que no quiere abandonar el euro y que
no lo va a hacer.
Alemania dice que no será chantajeado por
Grecia para alterar su política. ¿Chantajeado? ¿Puede la pequeña Grecia
chantajear a Alemania? En un sentido los alemanes tienen razón.
Con
Syriza los griegos van a estar jugando bola ruda. La zona del euro no
tiene previsiones acordadas ni para la retirada ni para la expulsión. Si
las fuertes potencias intentan expulsar a Grecia de la zona del euro,
un gran número de países pueden apresurarse a una retirada por buenas o
malas razones.
Muy pronto la zona del euro podría no existir ya,
y Alemania sería el perdedor individual más grande. Así, desde el punto
de vista de Alemania (y de Francia), las exigencias de los griegos son
una propuesta donde todos pierden.
Hasta el momento Alemania mantiene su
postura pero ha suavizado la amenaza de expulsión. Francia ha dicho que
está contra la expulsión. Esto sirve a los objetivos de Syriza. Que en
particular Alemania pierda sin importar que postura escoja ahora es una
de las consecuencias políticas del caos. (...)" (Immanuel Wallerstein, La Jornada, en Jaque al Neoliberalismo, 27/01/2015)
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