"Al parecer China no tiene previsto vivir más allá de un puñado de años
en un orbe dominado por el dólar. Y es lógico. La dimensión de su
economía sobrepasa la de la estadounidense, y ahora en la ecuación
tocaría el momento del golpe a la hegemonía del llamado billete verde (...)
Aunque muchos coinciden en que la sustitución no ocurrirá de la
noche a la mañana, el gigante asiático se ha estado preparando
escrupulosa, prolijamente. Como apunta Reuters, si bien China se niega a
revelar con exactitud el monto de sus reservas de oro, lo cierto es que
resultan ciclópeas, y, por si no bastara, ha comprado una enorme
porción de deuda de EE.UU. “Esto les da suficiente poder sobre nuestra
moneda y nuestro sistema financiero”, dice Snyder… desconsoladamente.
De ahí que, señala Global Research News –en traducción de Germán Leyens
para la digital Rebelión-, tras la reciente firma de un memórandum de
entendimiento con el Banco Popular de la potencia emergente, el
Bundesbank explicitara de epigramática manera: “El volumen de
transacciones que pueden realizarse en la moneda china en centros
financieros internacionales y alemanes está en proporción con la
importancia de China en la economía global”.
Con la
presencia reveladora del presidente Xi Jingping y la canciller Angela
Merkel, fue confirmada la intención de que ambos bancos centrales
cooperen en el clearing –“conjunto de acciones relacionadas con
las transacciones entre ellos”- y de “apartarse de la hegemonía del
dólar como moneda de pago y de reserva.” Algo de suma relevancia, porque
aquí se trata de un acuerdo entre dos de los mayores exportadores del
orbe, con un comercio bilateral de casi 200 mil millones de dólares en
2013.
Por qué el gigante asiático quiere desprenderse de la
coyunda del dinero gringo, se preguntaría un desavisado. Global
Research News se gasta la respuesta. A la altura de 2009, “la crisis
financiera en EE.UU. causaba escalofríos en la espina dorsal del
Gobierno chino, que hasta entonces había estado acumulando
despreocupadamente montañas de papel estadounidense que repentinamente
amenazó con evaporarse, como los valores de hipotecas respaldadas por
Fannie Mae y Freddie Mac, que China había pensado que tenían algún valor
cuando en realidad no lo tenían, por lo menos no hasta que China aplicó
suficiente presión sobre la administración de Bush para que los
garantizara y para que la Reserva Federal los comprara para inflar su
valor”.
En aquel entonces, “China fue rescatada por el
contribuyente estadounidense y la Reserva Federal, pero el episodio dio
una lección al Gobierno: deshaceos del dólar. Y por lo tanto se ocupó
del asunto, cuidadosa y sistemáticamente, paso a paso, pero de modo
implacable, como dijo Xinhua, en una estrategia ‘por diversos flancos’
que incluía amplios acuerdos monetarios bilaterales país por país”.
Pero no solo la República Federal se acoge a la nueva sombrilla
protectora. Rusia ha llegado a la salomónica conclusión de que, ante
situaciones críticas, como las que se despliegan a causa de las
sanciones que le han impuesto últimamente, ningún mejor garante que
tratos con la segunda economía del planeta, en función de la estabilidad
financiera y la liquidez adicional.
Ni cortos ni
perezosos, Moscú y Beijing han convenido realizar pagos en sus divisas,
por intermedio del VTB, segundo grupo de la Federación, que cuenta con
el Estado en calidad de dueño de las más de las acciones, y con activos
ascendentes a 270 mil millones, y el Banco de China, uno de los 20
señeros del planeta y el segundo prestamista de la potencia emergente,
con más de dos billones de dólares y operaciones en una treintena de
naciones de todo el orbe.
En ese contexto, grandes corporaciones rusas
han declarado que asumirán el yuan y otras monedas. Actualmente, el 75
por ciento de los negocios entre los socios se efectúa con el billete en
decadencia. (...)
Además, “los Gobiernos integrantes del BRICS (Brasil, Rusia, India,
China y Sudáfrica) crearon un Banco de Desarrollo y una Reserva de
Divisas que prevé la entrega de empréstitos y de capital para
inversiones con la utilización de sus monedas nacionales. Se estima que
las empresas públicas y privadas del BRICS, al alejarse del dólar,
tendrán un ahorro del cuatro por ciento en cada una de sus actividades
comerciales”.
Para mayor inri del Imperio, “importantes
economías mundiales que disponen de un elevado Producto Interno Bruto
(PIB) han firmado con Beijing convenios de intercambios sin el uso del
dólar; entre estas, Japón, Rusia, Irán, Brasil, Corea del Sur,
Australia, Argentina, Venezuela, Chile, Belarús, Pakistán. A esas
también se unen Tailandia, Albania, Ecuador, Bolivia, Cuba y otras. La
tercera economía del mundo, Japón, aparece como el quinto destino de las
exportaciones chinas y en general es el tercer socio comercial del
gigante asiático, con un intercambio anual de 400 mil millones de
dólares”. (...)
Tomando en cuenta que en 2014 China sobrepasaba a Estados Unidos
como principal importador de crudo, lo cual cambia la red general de
suministro de hidrocarburos, y que en 2013 se erigió en el principal
comprador de combustible a Arabia Saudita, “¿se dejará de hablar dentro
de poco de petrodólares? Solo nos queda esperar”.
Eso sí:
mientras esperamos, habrá que dejar sentado que, a todas luces, está
ocurriendo una yuanización de la economía universal. Con una
proporcional desdolarización. Los datos que lo prueban desbordarían con
creces el espacio editorial. A vuelapluma acotemos que hasta el momento,
y según la agencia EFE , “23 bancos han confirmado tener parte de sus
reservas en yuanes, la mayoría de ellos de países que tienen fuertes
relaciones comerciales con el gigante asiático (Australia, Japón, Corea
del Sur o Malasia), pero también europeos (Austria, Noruega o Francia),
latinoamericanos (Bolivia, Chile) y africanos (Kenia, Nigeria o
Sudáfrica)”.
(...) más yuanización es igual a más desdolarización. ¿El pronosticado
reemplazo? De cumplirse la tendencia, hoy no; pero tampoco pasado
mañana." (Eduardo Montes de Oca , Rebelión, 30/03/2015)
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