20.5.15

Los suicidios han aumentado en España un 22%, desde el año 2010

"El suicidio es la principal causa de muerte “externa” en el estado español. Unas diez personas se quitan la vida diariamente (unas 3.870 anuales), lo que sitúa a los suicidios muy por encima de las muertes producidas por los accidentes de tráfico, según ha informado Psicólogos Sin Fronteras (PSF) en una rueda de prensa que ha tenido lugar en el Colegio de Psicólogos de Valencia. 

De las estadísticas facilitadas por la ONG se deduce una relación entre la crisis económica y los suicidios, ya que estos han aumentado en un 22% desde el año 2010. Sin embargo, critica esta entidad sin ánimo de lucro, el gobierno español se ha negado a poner en marcha el Plan de Prevención contra el Suicidio de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según el coordinador de Psicólogos Sin Fronteras, José María Toribio, “no se está informando de los suicidios; es una realidad que permanece oculta, de hecho, hay como un código no escrito en la prensa por el que estas informaciones no se publican; una de las consecuencias de esta opacidad es que las personas con ideaciones de suicidio piensan que su situación es extraordinaria; y lo cierto es que la gente se nos está muriendo”. 

La reivindicación fundamental de la ONG es que la atención psicológica se incluya en el sistema de Salud Pública para evitar más casos de trastornos y suicidios. (...)

En octubre de 2012 Psicólogos Sin Fronteras inició, a instancias de PAH-Valencia, un “Programa de Atención en crisis” en la misma ciudad, que comenzó por otorgar prioridad a las personas con ideaciones de suicidio o que hubieran intentado quitarse la vida por problemas relacionados con las hipotecas. 

Pero con el tiempo la atención personas en riesgo de suicidio se situó en el 10%, mientras que la mayor parte (en torno a un 70%) tenía relación con otros efectos (físicos y psicológicos) de las ejecuciones hipotecarias: estrés, angustia, insomnio, ansiedad, tristeza, problemas con la alimentación, situaciones de autoestima muy baja (en las que no se sabe qué camino emprender) y sensación de “perdedores”. 

En el último año PSF ha empezado a atender a personas desempleadas y en riesgo de exclusión, que presentan síntomas similares (aunque no en grado tan extremo) a las amenazadas de desahucio. “Fue entonces cuando percibimos que la situación se desbordaba”, concluye José María Toribio.

“Todo el trabajo es voluntario; no nos ayudan las administraciones públicas ni por descontado las entidades financieras”, apunta el coordinador de MSF. El “Programa de Atención en Crisis” ofrece apoyo a una media de 200 familias anuales, “pero el número de peticiones es mucho mayor”. 

El recorrido de estas familias pone de manifiesto las carencias del sistema público de prestaciones sociales: el 77% de las personas que llegaron al programa no habían recibido previamente ninguna atención en materia de salud mental, ni el 67% en servicios sociales. “No queremos constituirnos en un sistema paralelo, pero las instituciones han abandonado a las personas afectadas por la crisis”, subraya Toribio.  (...)

Uno de los casos atendidos por PSF es el de una mujer desempleada, víctima de la violencia de género, con deudas en su anterior vivienda de alquiler y que actualmente reside en una casa de acogida, donde intentó suicidarse. Después de ser atendida en urgencias, regresó a la casa. 

Actualmente recibe por parte del Sistema Nacional de Salud únicamente tratamiento farmacológico. La ONG le ofrece atención psicológica, “que en este caso es indispensable”, apunta Inma Esteban, miembro de Psicólogos sin Fronteras que trabaja con la PAH en el “Programa de Atención en Crisis”.

El cuadro de síntomas que presenta esta mujer puede extenderse a otras personas atendidas en el “Programa de Atención en Crisis”. En primer lugar se constata una merma de las habilidades para resolver problemas; el paro y el riesgo de desahucio los desborda (“en muchos casos no saben cómo afrontar esta situación, se encuentran desarmados”, afirma Inma Esteban). 

A ello se añaden vivencias de confusión, frustración, culpabilidad, angustia y temor a la incertidumbre, que se expresan en alteraciones somáticas, por ejemplo, cambios en el ritmo cardiaco, aceleraciones en la respiración y sudoraciones.

En estos casos, explica la voluntaria de Psicólogos Sin Fronteras, “tratamos de identificar el problema y prestar a la persona afectada apoyo emocional; uno de los puntos clave consiste en hablar de los problemas, aunque resulte muy duro, y expresar las emociones”. La ONG también ofrece acompañamiento para buscar un puesto de trabajo. Al final, “el objetivo es empoderarse y que esta persona, en ese momento con poca ilusión por la vida, se haga fuerte”, concluye la psicóloga."                (Enric Llopis , Rebelión, 20/05/2015)

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