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(...) España se encuentra en el grupo de
países intermedios que, primero, llegó tarde a la industrialización y,
después, ha sido víctima de una desindustrialización temprana mientras
se especializaba en servicios de escaso valor y en la construcción,
fenómenos en ambos casos conectados por la falta de impulso de políticas
adecuadas desde las instancias públicas.
Las carencias de este modelo lo han
hecho claramente insostenible.(...)
El impulso a la competitividad descansa, cada vez más, en factores cualitativos
(...) La nueva economía se caracteriza por
ofrecer una proporción creciente de servicios y productos diferenciados
de imposible normalización, muchos de ellos personalizados. La calidad y
singularidad de esos productos, la innovación, la marca…mucho más que
el precio, muestras las vías por las que hoy se gana en competitividad. (...)
Se necesita un nuevo marco social que facilite el desarrollo industrial.
(...) España está obligada a profundizar y
sistematizar su especialización productiva para extraer lo mejor de
nuestras ventajas comparativas. Y ello requiere encontrar la forma de
añadir valor en los principales sectores: desde las industrias
manufactureras a las de red, desde las culturales a los servicios de
alto valor, desde las desaladoras a las energías renovables, desde la
construcción a la sanidad o la agricultura sostenible.
Cada uno de esos subsectores, y muchos
otros, puede desplegar su capacidad de actuar como multiplicadores de
actividad, desarrollando su alta productividad y su facultad de innovar,
pasos que exigen apostar por la mayor calidad y estabilidad de sus
empleos.
En esa diversificación productiva destacan dos grandes ejes: las llamadas industrias de red y los servicios avanzados de alto valor.
- Las industrias de red tienen su origen en la privatización de la red de infraestructuras de servicio público (las llamadas utilities) que en buena medida son gestionadas en régimen regulado. Incluyen a subsectores que, conjunto, aportan cerca del 10% agregado del PIB. Es ahí donde se ubican nuestras grandes multinacionales (Telefónica, Repsol, Iberdrola, Gas Natural, Endesa, Agbar…). Vencer las resistencias oligopolísticas que existen en estos sectores es fundamental para que estas empresas jueguen un papel positivo en el desarrollo de un conjunto de subsectores entre los que se encuentran gran parte de las industrias emergentes:
Transporte. Imprescindible el desarrollo de una estrategia de intermodalidad en los principales puertos españoles, integrando el transporte de mercancías marítimo con el ferroviario
Telecomunicaciones.
Exige la máxima prioridad al desarrollo de las redes y de alta velocidad
(fibra óptica, 4G…) soporte de nuevos servicios tecnologicas de alto
valor como audiovisual, juegos, telemedicina…
Energías renovables esencial para
recuperar el liderazgo tecnológico que llegamos a tener y para mejorar
nuestra eficiencia energética y el equilibrio de nuestra balanza por
cuenta corriente.
Economía verde. Conjunto de subsectores que incluyen tratamiento de residuos, desalinizadoras, gestión del agua…
- La industria inteligente: Los servicios avanzados destinados a empresas aportan más del 16% en el PIB español, agrupando a subsectores de alto valor añadido que antes formaban parte de los servicios internos de las grandes y medianas empresas industriales y hoy se han externalizado. Forman parte esencial de la nueva economía de los intangibles hasta el punto que alteran la visión de sectores tradicionales asociados a baja productividad: desde una agro-ganadería cada vez más cerca de la biotecnología a la construcción, directamente conectada con la domótica y lo nuevos materiales y la suficiencia energética. Estos servicios son fundamentales para que el incremento de la productividad de la economía española este basada en la creación de valor.
Desde un punto de vista transversal, implica volcarse en dos grandes ramas:
Los conectados a la producción de conocimiento:
I+D, la ingeniería, el marketing y el diseño, la logística… es decir,
los que impulsan el desarrollo de operaciones centrales del actual
sistema productivo.
Los volcados en la gestión de los flujos de información, en especial los conectados a la economía digital: aplicaciones, gestión inteligente de procesos, industrias creativas, etc.
Internacionalización y diversificación geográfica: una nueva inserción en la globalización.
Es necesaria una nueva conexión entre lo
global y lo local para impulsar los procesos de creación de innovación,
riqueza y empleo. La optimización de la creación de valor en un entorno
abierto exige una doble linea de trabajo : por un lado, seguir
impulsando la internacionalización de las PYMES: por otro, combinar las
sinergias sectoriales de proximidad geográfica (siguiendo la lógica del
cluster, muy importantes en el País Vasco, Rioja, Valencia…) con las
eficiencias transversales generadas por el uso de tecnologías digitales
globales y virtuales.
En el ámbito regional, España cuenta con
experiencias exitosas entre las que merece destacar la agencia vasca de
innovación (Innovasque) y la red de institutos tecnológicos de la
Comunidad Valenciana (REDIT).
Las referencias internacionales que pueden
servir de modelo eficiente y desntralizado son la finlandesa Agencia Tecnológica Nacional (Tekes), creada en 1983, y encargada de la reorientación productiva del país tras la caída del muro de Berlín, y la alemana Sociedad Fraunhofer, con centros esparcidos por los diversos lander alemanes.
Recuperar palancas financieras que aseguran recursos a PYMES y proyectos estratégicos.
La recuperación y modernización del tejido productivo exige resolver el
problema su financiación. Y ello pasa por crear nuevas palancas
financieras con un triple objetivo: por un lado, asegurar recursos de
proximidad a las PYMES; asegurar la estabilidad financiera de sectores
estrátegicos y, por último, financiar los programas que favorezcan la
internacionalización y la innovación.
(...) Se trata de sustituir, en parte, la
laguna provocada por el desmantelamiento de las Cajas de Ahorros,
instituciones que, al margen de su nefasto papel asociado a la
corrupción y al ladrillo, fueron actores determinantes de política industrial,
por su disposición a la financiación de proximidad a PYMES, y por el
apoyo a la internacionalización de nuestras grandes empresas,
participando en los nucleos duros que han estabilizado la gestión. Economistas Frente a la Crisis
Para descargar el documento completo sigue el link" (Economistas frente a la crisis, 13/05/2015)
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