"La Comisión Europea brama con impotencia creciente pidiendo más
ajustes a todo el cinturón sur de Europa, desde Lisboa a Atenas, pasando
por Madrid y Roma, y con la boca pequeña también a París, siguiendo un
guion desacreditado.
La alianza de izquierdas de Portugal se le sube a
las barbas al eje Berlín-Bruselas y aprueba un presupuesto sin esperar
al plácet europeo, mientras lleva al Parlamento medidas de gasto social.
En Italia, Matteo Renzi, quien en su matriz original también
incorporaba marcas del consenso alemán, anda a la greña con Angela
Merkel a cuenta de las restricciones presupuestarias en la eurozona y
reclama medidas de expansión.
Grecia, siempre Grecia, vive la tercera
huelga general contra las medidas pactadas entre la troika y el Gobierno
de Alexis Tsipras, ahora más esquivo. En Francia, el laminado Francoise
Hollande deambula sin referencia conocida entre la pasividad y las
grandes proclamas, mientras el Frente Nacional fagocita su espacio.
¿Y en Madrid? Pues apenas han arrancado unas negociaciones con pocas
posibilidades de éxito para formar nuevo Gobierno y evitar el dilatador
expediente de unas nue-vas elecciones generales.
Pero,
significativamente, ninguno de los actores en liza, ni Mariano Rajoy, ni
Pedro Sánchez, mucho menos Pablo Iglesias, se plantea incluir en el
posible programa del futuro ejecutivo medidas como la subida del IVA o
la ampliación de los recortes para cumplir con las exigencias de
Bruselas. (...)
Reacción contra la inmigración y los rescates en el norte; resistencia y
aborrecimiento con las recetas de ajuste en el sur. Desafección general
y una divergencia territorial que se amplía lejos de cerrarse. Ese el
saldo político, de momento, de la crisis financiera que arrancó en el
2008, se convirtió en crisis del euro y, ahora, acecha amenazadora tras
la flojera china y la rifa del petróleo. (...)" (Crisis financieras y crisis políticas, de Manel Pérez, La Vanguardia, en Caffe Reggio, 06/02/16)
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