"(...) En un reciente artículo publicado en Project Syndicate,
Jean Pisani-Ferry se preguntaba sobre las posibilidades de reacción
europeas ante un nuevo shock negativo en la economía mundial.
Con la
nueva expansión anunciada por el Banco Central Europeo (BCE) podría no
ser suficiente y las alternativas se agotan. Además, la baja inflación
dificulta la reducción de deuda de los hogares, obligándolos a ahorrar
para devolver lo prestado. A esto hay que sumar las altas tasas de
desempleo de la eurozona –especialmente en el sur–, que no hacen más que
minar la confianza en el futuro próximo.
Si tal shock se produjera, la
demanda privada caería y los gobiernos altamente endeudados no serían
capaces de cubrir ese espacio con mayor inversión pública. La falta de
respuesta gubernamental sería vista por los ciudadanos como un nuevo
fracaso, hundiendo todavía más la confianza en el euro. (...)
Visto lo visto, la pregunta que surge
tiene que ver con las opciones disponibles en caso de un nuevo parón
mundial. El consenso parece dividido entre dos de ellas: replantearse
las ya poco convencionales políticas monetarias llevadas a cabo por los
bancos centrales en estos años, o comenzar un estímulo fiscal al estilo
Plan Juncker basado en la financiación de proyectos que refuercen el
crecimiento y ayuden a reducir los altos niveles de desempleo.
Pisani-Ferry argumenta en su artículo que el estímulo fiscal podría
ejecutarse con emisión de deuda de la zona euro como conjunto
–financiándolo a través de algún impuesto específico o aportaciones
directas– dado que los gobiernos individuales rechazarían un mayor
endeudamiento bajo la coyuntura actual.
Respecto a las políticas monetarias el
margen es mucho menor, pero esta senda de baja inflación y débil
crecimiento no parece tener fin. En las últimas semanas hemos escuchado o
leído a economistas tan influyentes como Peter Praet o Ben Bernanke –en un completísimo post–
hablando del ‘helicóptero del dinero’, la idea introducida por el Nobel
Milton Friedman a finales de los años 60.
Ésta se basa en la
financiación, a través de la emisión de moneda por parte del banco
central de turno, de programas que busquen un aumento de la demanda
agregada, ya sea disminuyendo impuestos o a través de transferencias
directas de renta a los hogares. El principal problema de implementación
de esta medida sería político y de una hipotética violación de los
estatutos del BCE.
Por lo que pueda pasar, las autoridades y
gobiernos europeos deberían volcar sus esfuerzos en la articulación de
medidas que disminuyan drásticamente las tasas de desempleo, aumenten la
productividad y la eficiencia, y mejoren el horizonte personal y
profesional de sus habitantes. Ocho años después de la caída de Lehman
Brothers, el futuro europeo no parece brillar." (Gonzalo López Molina, Agenda Pública, 27/04/16)
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