"(...) Nos encontramos ante el final de un ciclo, al borde de un nuevo colapso económico global
cuyo epicentro, como hemos detallado hasta la saciedad, se localiza en
un sistema financiero quebrado, a punto de colapsar.
Bajo una “financiarización” sin límites de la economía, la ortodoxia económica propuso para salir de la crisis una combinación de política fiscal restrictiva, política monetaria expansiva, y deflación salarial, absolutamente inadecuada, perversa, errónea. (...)
Se puede afirmar sin tapujos que sus recetas económicas han
fracasado. Como corolario, no paran de revisar de manera continuada y
adaptativa sus previsiones económicas a la baja. El inconveniente es que
sus políticas afectan a la gente, tienen consecuencias en nuestras vidas, no son neutras. Y en el trasfondo, las enormes ayudas, subsidios, encubrimientos y protecciones a la banca sistémica mundial.
El problema subyacente es la falta de demanda agregada global,
fruto de sus políticas: deflación salarial, inflación de activos,
endeudamiento global, ausencia de inversión productiva, desigualdades,
insolvencia del sistema bancario, caída de la productividad. No han dado
una.
Pero como respuesta, erre que erre, el Banco Central Europeo (BCE) ha intensificado su estímulo monetario,
al igual que el Banco de Japón. Incluso los Bancos Centrales de Suecia y
Suiza han fijado tipos de interés negativos.
¿De verdad no se han dado
cuenta que el multiplicador monetario no ha funcionado, al estar en
trampa de la liquidez? (...)
La política de tipos cero, la expansión de balances, solo generan
burbujas y desigualdad. Lo mismo sucederá con los tipos de interés
negativos. Desde el lado de la política monetaria solo hay una salida:
una expansión cuantitativa dirigida directamente a aliviar la deuda de
familias, no de la banca, de manera que permita mantener un nivel de
gasto razonable.
El error de proteger a la banca sistémica
Lo que los Bancos Centrales deberían haber hecho, y aún a fecha de hoy deberían estar haciendo, era, y es, centrarse en un correcto mecanismo de transmisión de la política monetaria a través del flujo o canal crediticio.
Para ello los Bancos Centrales deberían haber restaurado la capacidad y
disposición de los bancos locales para prestar a las pequeñas y
medianas empresas.
Sin embargo, en el mundo entero, la autoridad
monetaria sólo se centró en rescatar y proteger a la banca sistémica,
cuya excesiva asunción de riesgos y prácticas abusivas causaron la
crisis de 2008. Por contra, dejaron a su suerte a un inmenso número de
pequeños bancos que sí que estaban preocupados por la restauración de la
inversión, el empleo y el crecimiento. Y lo que han generado son
auténticas armas de destrucción masiva. (...)
En su informe What’s Wrong with Banking and What to Do About It
Admati analizaba por qué el sistema bancario es demasiado frágil e
ineficiente, y proponía diversas líneas de actuación.
Permítanme, sin
embargo, comentar hoy brevemente un artículo muy reciente de Aristóbulo de Juan Los Problemas de la Unión Bancaria
publicado en el diario El País. Se trata de un artículo minucioso,
excelente, a cuya lectura me remito, pero del cual se extraen aspectos
tangentes y complementarios al análisis de Anat Admati. (...)
El otrora Director General de Banco de España y persona clave en el
diseño del rescate bancario español de la década de los 80, señala en el
artículo aspectos muy jugosos sobre la Unión Bancaria en la Unión
Europea (...)
Por un lado, “no se refuerza la vigilancia de la pérdida de
valor de los activos, verdadera causa de la insolvencia y de las crisis
bancarias”,… “e incluso las exigencias regulatorias de capital
validan componentes de escasa calidad y conceptualmente muy discutibles,
por ser onerosos o exigibles o por carecer de sustancia económica o de
liquidez -activos fiscales diferidos y ciertos títulos híbridos-“.
Por
otro lado, “las inspecciones dirigidas por el Mecanismo Único de
Supervisión evitan que se cuantifiquen los ajustes, reduciendo al mínimo
la duración de las inspecciones”,… “abandonando incluso un
mecanismo clave para una buena supervisión, la revisión de los
expedientes de crédito de cara a detectar la capacidad de pago del
deudor”.
Estos diagnósticos defectuosos supondrán, respecto al
mecanismo de resolución, “retrasar, obstaculizar e incluso impedir el
tratamiento pronto y eficaz de la insolvencia”. Impactante, ¿verdad?
En definitiva, termina rematando Aristóbulo de Juan, “un diagnóstico y
un tratamiento tardío o equivocado de la insolvencia encarecería
fuertemente las soluciones, que serían sufragadas por los propios
sistemas financieros y el “bail-in” de los acreedores… sin excluir incluso a los contribuyentes”.
En resumidas cuentas, los Bancos Centrales vuelven a proteger a la banca sistémica frente al interés general de la ciudadanía. ¿Para esto querían algunos la independencia de los Bancos Centrales? ¿Para cuándo una auditoría del BCE?" (Juan Laborda, Vox Populi, 20/04/16)
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