"(...) El Brexit, que al principio pareció un factor de escasa
relevancia electoral, puede haber acabado resultando decisivo.
En la
tarde noche del viernes, y según un sondeo de Metroscopia concluido
entonces, apenas el 1% de los votantes potenciales (el 1,4% exactamente:
unas 350.000 personas) señalaba que el Brexit le haría, con
total seguridad, cambiar el sentido de su voto.
Un 3% adicional (es
decir, unas 750.000) consideraba poco probable que eso ocurriera, pero
tampoco lo descartaba.
Pero algo pasó, sin duda, en un sábado de
reflexión, pero que, informativamente, supuso un aluvión sobre las
múltiples y graves posibles consecuencias que el Brexit podría
suponer para Reino Unido, para la UE… y para España.
La atención pública
se abrió abruptamente a un nuevo contexto referencial, en el que el
atractivo de apoyar lo nuevo y de infligir un castigo a lo viejo cedió
el paso a la prudencia que parecía imponer la, hasta ese momento
inadvertida, gravedad de los hechos al otro lado del Canal de la Mancha.
Si las aguas resultan de pronto dispuestas a bajar más turbias, mejor
dejar los cambios y las apuestas de futuro para otra ocasión.
Y así,
quizá, pudo consolidarse en pocas horas el porcentaje dispuesto a
cambiar su comportamiento electoral: una parte del voto más inquieto y
rupturista se desmovilizó y optó por la abstención; una parte del voto
regenerador ideológicamente más moderado creyó más oportuno buscar
refugio en aquella de las dos opciones clásicas de probada consistencia
que, pese a sus achaques, le resultaba más cercana y tranquilizadora
ante inesperadas turbulencias.
En números redondos, los votos perdidos
por PSOE y Ciudadanos presentan una magnitud equivalente a los votos
adicionales que ha conseguido el PP, así como los perdidos por Podemos
(ahora UP) equivalen a lo que ha crecido la abstención (entiéndase que
pretendo solo comparar magnitudes, sin prejuzgar el destino y origen
final real de los trasvases y pérdidas de votos).
Y cabe pensar, además,
que este cambio de última hora no puede haber afectado, lógicamente, a
quienes votaron por correo antes del Brexit: en caso contrario, lo que ha acabado ocurriendo habría sido más sonado. (...)
Tanto el PP como el PSOE cometerían un grave error si concluyesen ahora
que lo peor ha pasado y que los problemas que angustiaban a los
españoles han quedado orillados. No hay duda de que se ha producido un
brusco frenazo en la consolidación del ascenso de los dos nuevos
partidos, pero está por ver que no estemos solamente ante un transitorio
compás de espera. (...)" (Juan José Toharia, El País, 28/06/16)
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