"Una de las situaciones más temidas para los mercados financieros ha aparecido de golpe y porrazo y sin avisar: el denominado cisne negro,
un acontecimiento que a priori casi nunca aparece pero que lo ha hecho
repetidas veces a lo largo del tiempo. Sin duda la votación en Reino
Unido, que ha dado como ganador al Leave European Union, es un cisne negro en toda regla y además muy difícil de manejar. (...)
Rápidamente, según avanzaba el Brexit en el escrutinio, los
inversores han ido deshaciéndose de forma masiva de sus posiciones en
Bolsa y buscando refugio de nuevo en yenes y dólares tanto en el mercado
asiático como en el mercado de futuros.
Esto ha dado lugar a la peor
apertura europea de la Historia de los mercados a nivel mundial, con
caídas superiores al 17% para índices como el español (IBEX 35) o
incluso del 25% para el MIB italiano.
Ni en lo peor de la crisis de
Lehman Brothers se había producido semejante huída de la Bolsa y muy
probablemente para no volver hasta dentro de unos días cuando pase la
tempestad.
El movimiento de los mercados financieros empeora, sin
duda, la difícil solución política que va a tener la separación de Reino
Unido y la Unión Europea.
Introduce más incertidumbre y más nerviosismo
para un proceso que no es único en nuestra Historia pero que ahora
reviste unos tintes mucho más complejos. Para un mundo que cada vez está
más integrado económicamente, un fenómeno centrífugo como éste, causará
tanto a corto como a medio plazo una larga lista de costes económicos y
políticos.
En la decisión de más de 17 millones de británicos ha
pesado más los costes de pertenecer a Europa (regulación de Bruselas,
estructuras burocratizadas, ser contribuyentes netos a rescates de
países,…) que los beneficios que, sin duda, tiene una unión económica y
aduanera. La pregunta de oro en este momento para los ciudadanos
británicos de a pie y para los inversores es esta: ¿van a ser capaces de
aguantar los enormes costes que tiene el Leave?
A día de hoy, dos años de incertidumbre y negociaciones con
Bruselas le puede costar a Reino Unido entrar en recesión y afrontar un
agujero en la balanza por cuenta corriente superior al 9% del PIB. Su
posición comercial con respecto al exterior es débil ya que sus
exportaciones se dirigen principalmente a Estados Unidos, Alemania y
Holanda, mientras que sus importaciones vienen de Alemania y Suiza.
Sólo
el 75% del PIB que genera el distrito de Londres proviene de la City.
Por ello, es más que imprescindible mantener el valor de la divisa para
evitar un agujero mayor en las cuentas exteriores.
Pero los costes de este proceso no sólo los va a afrontar
Reino Unido. España podría perder entre un 0,1 y un 0,2% de tasa de
crecimiento de la economía en los próximos dos años, mientras que para
la Unión Europea la merma de crecimiento llegaría 0,5% en términos
interanuales. Esto, en román paladino, supone destrucción de empleo,
contracción del grado de movimiento de los capitales y más debilidad
para una ya de por sí debilitada Europa. (...)
Lo peor que podría suceder y esperemos que no suceda es una
“corrida bancaria” en la que los depositantes acudan masivamente a sus
bancos a retirar sus ahorros.
El dinero, en suma, huele este miedo. Pero como suele pasar en
mercado, las sobre-reacciones nunca son buenas y menos ante episodios
como el actual.
Un “cisne negro” no es una hecatombe sino algo que hay
que gestionar. En juego hay miles de millones de pensiones de toda
Europa y los ahorros de millones de personas, cuyo dilema en este
momento es si dejar el dinero debajo del colchón sine die o cometer un error de manual en todos los desplomes bursátiles: vender cuando más bajo está el mercado." (Javier Santacruz Cano, CTXT, 24/06/16)
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