"Cuidado con la banca europea y patria. El sistema bancario, especialmente la banca sistémica, es demasiado frágil e ineficiente.
Las razones son varias. Por un lado, su opacidad, complejidad e
interconectividad. Por otro, su excesiva dependencia de la deuda.
Unamos
a ello graves problemas de gobernabilidad y distorsiones que no se
resuelven en los mercados; leyes y reglamentos defectuosos; y una
absoluta falta de rendición de cuentas por parte de las gerencias
bancarias. Los bancos sistémicos son cada día más sistémicos, el total
de activos medio y el apalancamiento promedio de los 28 bancos globales
es mayor que en 2008.
El problema de fondo, por lo tanto, no es tanto la incertidumbre que
ha generado el Brexit como la situación de vulnerabilidad económica y
financiera global. Y sin duda alguna uno de esos serios problemas es la
banca.
El déficit de capital de las entidades europeas y españolas ha alcanzado niveles preocupantes. Si acudimos a los cálculos realizados y actualizados continuamente por Centre for Risk Management HEC, ubicado en Laussane, nos aproximamos a los peores registros en plena crisis sistémica. Veamos varios botones de muestra.
El déficit de capital total de la banca francesa e inglesa ronda en
cada caso los 350.000 millones de euros, cerca de los máximos del
período 2009-2012. Igual sucede con la banca italiana analizada, cuyo
déficit de capital se aproxima al máximo histórico de 2012, 130.000
millones de euros.
¿Y qué ocurre con la banca patria? Más de lo mismo.
El déficit de capital de los grandes bancos españoles alcanza los 114.000 millones de euros, cifra próxima a los 117.000 millones de julio de 2012.
Y en el trasfondo, el papel de los Bancos Centrales.
Deberían haberse preocupado por un correcto mecanismo de transmisión de
la política monetaria a través del flujo o canal crediticio. Sin
embargo, no ha sido así. La autoridad monetaria se empecinó en proteger a
la banca sistémica, cuya excesiva asunción de riesgos y prácticas
abusivas causaron la crisis de 2008. Subsidió a los bancos demasiado
grandes para quebrar.
Pero además, la política monetaria implementada es inefectiva en recesión de balances.
Solo genera una mera ilusión óptica, vía inflación de activos. A pesar
de ello, a los mercados financieros les gusta “presionar” constantemente
a los Bancos Centrales para tratar de activarla o mantenerla.
Mientras
que la política monetaria Versión 1.0 fue vía recorte tipos de interés hasta el 0%; la Versión 2.0 se produjo a través de la expansión de balances de los bancos centrales; y ahora se pretende, con la nueva Versión 3.0, llegar a tener incluso tipos de interés negativos combinado con nueva expansión cuantitativa.
Sin embargo el efecto sobre la renta, tal como se está haciendo, es
nulo. En lugar de financiar la inversión en desarrollo y capital
productivo, solo se han inflado los precios de los activos financieros
manteniendo la financiarización de la economía, donde predomina la
inversión especulativa. (...)
Existían y existen alternativas a la delicada situación actual. Por un lado, una reestructuración del sector bancario a costa de sus acreedores, imponiendo límites al tamaño de los bancos. Se trataría de terminar con la financiarización de la economía.
Por otro, una expansión del gasto público financiado vía monetización
o “señoreaje” centrada en nuevos proyectos energéticos, tecnológicos,
de mejora de la educación, sanidad, del sector exportador…. Finalmente,
la política monetaria Versión 3.0 debería dirigirse a aliviar directamente la deuda de familias, no de la banca, de manera que permita mantener un nivel de gasto razonable.
(...) el BCE podría utilizar su capacidad de emisión de moneda para financiar
los déficits fiscales de los Estados miembros de cara a fomentar el
crecimiento y el empleo en sus economías nacionales sin encontrarse con
las restricciones que los mercados de bonos privados ejercen en sus
gastos.
Sin embargo no se ha hecho nada de esto. El Banco Central Europeo se ha
dedicado a inyectar dinero en vena, vía préstamos a largo plazo, a una
banca moribunda; y, posteriormente, a comprar en mercado secundario
deuda pública y privada, especialmente ahora cuando la inversión de la
banca privada de distintos países europeos en su deuda soberana había
alcanzado límites excesivos.
En caso de aversión al riesgo se podría activar conjuntamente una crisis de deuda soberana y bancaria. Y los cálculos de déficit de capital de las entidades europeas y españolas realizados por el Centre for Risk Management HEC se convertirán en la dura realidad. ¿Y entonces, qué?" (Juan Laborda, Vox Populi, 02/07/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario