"(...) Pese a la voluntad de los dirigentes del FN de distinguirse de su pasado
neofascista, su programa destaca por prometer las mismas medidas que
esta formación ha defendido durante las últimas décadas. (...)
Estas propuestas xenófobas y antieuropeístas, sin embargo, no sólo se
ven disimuladas por las expresiones que se utilizan para presentarlas,
sino también por la retirada de algunas de las promesas más polémicas en
materia de derechos civiles, como la defensa de la pena de muerte o la
oposición al aborto y el matrimonio homosexual.
Entre los dirigentes
actuales del FN, se encuentran defensores de los derechos del colectivo
LGBTI, como Sébastien Chenu (fundador de la asociación Gaylib). Y el
número dos del partido, Florian Philippot, ha asegurado públicamente ser
homosexual.
Según un estudio del centro de análisis político Cevipof,
el 32% de las parejas homosexuales casadas votaron al FN en las
elecciones regionales de 2015, frente al 30% de los matrimonios
heterosexuales. (...)
“La estrategia de desdemonización se ve reflejada en algunos cambios
cosméticos”, reconoce Emmanuelle Reungoat, profesora de la Universidad
de Montpellier y especialista de las formaciones euroescépticas. Sin
embargo, los dirigentes del FN “han acentuado su oposición a la
construcción europea”, afirma esta investigadora en el Centro de
Estudios Políticos de Europa Latina.
Una oposición radical a la UE
Gracias al creciente euroescepticismo de la sociedad francesa, el FN
ha podido posicionarse con claridad en contra de la UE. Mientras que
esta formación se conformaba en 2012 con pedir una reforma de los
tratados europeos, ahora aboga por la organización de un referéndum
sobre la pertenencia de Francia a la comunidad europea. Defiende,
además, la suspensión del espacio Schengen y el restablecimiento de las
fronteras nacionales.
Estas medidas euroescépticas mantienen, asimismo, algunas similitudes
significativas con las propuestas de otros candidatos. Por un lado, el
conservador Fillon reivindica una profunda reforma de los acuerdos de
Schengen que permita reintroducir los controles fronterizos.
Por el
otro, el representante de la izquierda radical Jean-Luc Mélenchon
pretende reformar los tratados europeos con el objetivo de crear una
Europa social. Pero, en el caso de que la negociación con los otros
Estados resultara infructuosa, defiende la convocatoria de un referéndum
sobre la continuidad de Francia en la UE.
A pesar de posicionarse a favor de la salida de Francia de la UE, el
partido de Marine Le Pen dispone de una posición bastante más ambigua
sobre el euro. En su programa no aparece de forma explícita el abandono
de la moneda única. Se habla solamente de “volver a una moneda nacional
adaptada a nuestra economía”.
Una divisa que podría coexistir con otra europea destinada a las
transacciones de las grandes empresas. “Los electores del FN no están
demasiado convencidos sobre la necesidad de salir del euro”, explica
Marchand-Lagier, quien reconoce que se trata de “una cuestión que genera
un gran debate entre los miembros de este partido, ya que no hay ningún
ejemplo sobre la salida de un país de la zona euro”.
Los dirigentes de esta formación ultranacionalista, en cambio, no tienen
ninguna duda sobre la necesidad de restringir la inmigración. Pretenden
reducir el saldo migratorio –el balance que existe entre las personas
que entran y salen del país– a 10.000 nuevos inmigrantes cada año. Una
cifra muy alejada de la realidad actual, en la que 200.000 extranjeros
consiguen cada año regularizar su situación en Francia y el saldo
migratorio se sitúa en torno a 100.000 personas. (...)
La principal novedad consiste ahora en el hecho de asociar la
restricción de la inmigración con la lucha contra el terrorismo. Ante la
ola de atentados vivida en Francia, Marine Le Pen apuesta por la
expulsión de todos los extranjeros vinculados con el fundamentalismo
islamista y la retirada de la nacionalidad francesa a los binacionales
acusados de terrorismo. Según el diario L’Humanité, el 60% de los electores frentistas considera el yihadismo un problema fundamental.
Estas propuestas, que vinculan de forma implícita el terrorismo con
la inmigración, no resultan exclusivas del FN. Por un lado, el candidato
de la derecha republicana, Fillon, ha incorporado en su programa estas
medidas fetiche de la extrema derecha. Por otro, el actual gobierno
socialista intentó aprobar la retirada de la nacionalidad a principios
del año pasado, pero la presión social y mediática le obligó a echarse
atrás. (...)
Para incrementar la recaudación fiscal, aboga por tasar con un 3% las
importaciones e introducir un impuesto adicional sobre la contratación
de los empleados extranjeros –una medida tradicional de la extrema
derecha francesa, que ya la proponía en 1986, según recuerda el diario Libération–. (...)
Además, esta formación ultranacionalista defiende la conservación del
generoso (para los nacionales) modelo social francés, con la derogación
de la reforma laboral que pone en riesgo las 35 horas de trabajo semanal
y con el restablecimiento de la edad de jubilación a los sesenta años.
Con estas promesas, pretende seducir a los votantes tradicionales de la
derecha republicana que no compartan las severas políticas de austeridad
defendidas por Fillon, quien reivindica la supresión de 500.000 puestos
de funcionarios. (...)
El partido de Marine Le Pen también propone un incremento
significativo del gasto público, sobre todo en materia de defensa, cuyo
presupuesto pasaría del 1,78% actual al 3% del PIB nacional, lo que
permitiría la contratación de 50.000 nuevos militares. De hecho, más de
la mitad de los miembros de las fuerzas armadas prevé votar a Marine Le
Pen, según un estudio del Cevipof.
El programa económico del FN, que siempre se ha autodefinido como un
partido ni de izquierdas ni de derechas, se caracteriza por ser una
amalgama de medidas socialdemócratas y conservadoras. “Le Pen no se
dirige sólo a las clases trabajadoras, sino a un electorado
interclasista, que incluye a todos los franceses”, explica Reungoat.
De
hecho, los votantes de la extrema derecha destacan por “tener una
procedencia social muy variada”, afirma Marchand-Lagier. El electorado
frentista abarca desde los parados afectados por la intensa
desindustrialización del norte del país hasta las clases medias
acomodadas del sur de Francia.
“Muchos de los electores del FN no son conscientes de la radicalidad
de las ideas de este partido”, asegura Marchand-Lagier. Según esta
experta del electorado de extrema derecha, la mayoría de los votantes
que han sucumbido durante estos últimos años al canto de las sirenas del
lepenismo lo ha hecho porque están decepcionados con los partidos
tradicionales: “Piensan que como este partido nunca ha gobernado, quizás
ha llegado el momento de apostar por ellos”.
Para ampliar su electorado, Le Pen apuesta por una estrategia
populista, focalizada en torno a su carisma personal y en mostrarse como
una candidata cercana a la gente. Las siglas del partido prácticamente
no aparecen en los mítines. Han sido reemplazadas por una rosa azul y
pancartas de “Marine, presidenta”.
El eslogan que el FN ha escogido para
las presidenciales es “En nombre del pueblo”. Este discurso anti-establishment
se ve reflejado en una de las medidas más innovadoras de su programa:
la creación de un sistema de referéndums, similar a la democracia
directa suiza, que permite someter a votación popular iniciativas
legislativas que hayan recogido 500.000 firmas. (...)
Debido a esta reputación poco ejemplar, la mejor manera con que la
extrema derecha francesa puede distinguirse de las otras fuerzas
políticas tradicionales es defendiendo las medidas más radicales en
materia de inmigración y oposición a la UE. El FN ocupa un espacio cada
vez más central en el paisaje político y mediático francés, a pesar de
que sus propuestas continúan siendo igual de xenófobas y nacionalistas
que siempre." (Enric Bonet, CTXT, 13/02/17)
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