27.3.17

La UE celebra su Gran Error... o sea, su fracaso

"Sesenta años después de la firma del Tratado de Roma, Europa no tiene mucho que celebrar. Es una efeméride. Importante, eso sí.

 Pero es también la celebración de un fracaso. De un Gran Error que se clavó en la médula de Europa como un puñal envenenado, en la década de los noventa. Me explico, porque no es fácil argumentar en pocas líneas una tesis densa y siniestra, como la Europa misma.  (...)

Nació Europa como un niño maltratado pero mimado. (...) A velocidad de vértigo la UE se convirtió en una historia de éxito. 

 Plagada de frustraciones también, pero los eurócratas sacaron partido del favorable ambiente económico occidental y de la paz política entre las dos grandes familias europeas: democratacristianos y socialdemócratas. Hasta que llegaron Reagan y Thatcher, en los años ochenta, y con ellos la corriente predominante del neoliberalismo impregnó el pensamiento económico y los intereses políticos. La Europa comunitaria, presa de su debilidad, se olvidó de lo que había bautizado como la Europa Social, la economía social de mercado, el keynesianismo ¿congénito? al modelo fiscal europeo, y apostó aún más fuerte por lo que siempre se había llamado la Europa de los mercaderes, si bien su semblante cambió más bien hacia la Europa de las grandes corporaciones y los intereses financieros globalizados.

Llegó el Tratado de Maastricht en un momento ideal pero extremadamente peligroso. La UE quiso avanzar hacia la moneda única, dejándose llevar por la ambición de abarcar con ella todo el espacio posible, no sólo empresarial y geográfico, sino también en el corazón de unos ciudadanos que podían mirar con ilusión el proyecto aunque muy pronto sintieron que no iba con ellos, sino más bien contra ellos. 

La Unión Monetaria vaciaba el alma de la ciudadanía europea, tecnificaba las decisiones de política económica y  pretendía unificarlo todo por la fuerza, aunque no fuera manu militari.  (...)

Ante el panorama interno (creciente intolerancia), y externo (con una Europa que pierde peso en un mundo que creía suyo hasta hace décadas), que se dibuja en el horizonte, no hay mucho que celebrar. Emergen nubes negras de nuevo proteccionismo, aumento del gasto militar, fórmulas reforzadas de exclusión social, y crecientes desigualdades locales y globales. 

Parecen triunfar los nacionalismos y el tribalismo, en lugar de la cooperación y la integración, como proclaman la mayoría de los organismos internacionales.  (...)

Europa celebra su Gran Error: empeñarse en crecer sobre la moneda, la economía, la expansión geográfica y unas instituciones que, salvo excepciones, carecen de sensibilidad para apreciar lo que sucede y tomar las riendas del rumbo hacia otra Europa.  

(...) de seguir así, cada vez habrá menos que celebrar.(...)"                 (José Antonio Nieto SolísProfesor titular de Economía Aplicada (UCM), Público, 25/03/17)

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