"(...) En Argelia ya en 1988 había jóvenes marginales que salieron a la
calle. Jóvenes sin oficio, sin vínculos sociales, que no representaban
más que una marginalidad enfurecida. El Ejército disparó contra ellos.
Hubo 500 muertos.
Y nos dimos cuenta de que en las universidades había
un movimiento incipiente para apoyar la revuelta de los jóvenes. Si los
universitarios se hubiesen unido a los jóvenes de la calle… En Historia
no se puede decir “si”, eso no existe.
Lo que pasó es que cuando la
Universidad se organiza para unirse a la calle, el poder argelino
emprende una reforma fundamental y pone fin al partido único. Así siega
la hierba bajo los pies de los manifestantes, que vuelven a la
universidad y se dicen: Hemos ganado.
Después vinieron las
elecciones, la victoria de Frente Islámico, el golpe de 1991, la guerra
civil… y seguimos ahí. ¿Por qué en Túnez sí hubo revolución?
La
primera virtud de la revolución es reconstituir lo que podemos llamar
un pueblo. Que se compone de todas las clases sociales. En Túnez, en
Sidi Bouzid, donde hubo esa inmolación por el fuego, al principio nadie
se movía.
Yo estaba en Túnez ese día, y dije a mis amigos, que eran el
corazón de la resistencia contra [el dictador Zine El Abidine] Ben Ali,
mujeres y hombres a los que daban palizas en la calle… ¿habéis oído que
ha pasado algo grave en Sidi Bouzid? Y me dijeron: Pero si todos los
días pasa algo grave. Pero resulta que ese día era diferente.
¿Qué era diferente?
Cuando
vimos la primera imagen fuerte, todos los abogados, en sus trajes,
salieron a la calle a apoyar a los jóvenes de Sidi Bouzid. Ahí se
desencadenó algo. Mis amigos militantes no lo pudieron prever. Ningún
intelectual lo preveía.
Porque lo que se expresó en Túnez era un
pensamiento nuevo, que no había salido de nuestro ‘background’
poscolonial, es decir de todo el trabajo de reflexión, de resistencia
contra el régimen autoritario, militar, contra la religión, para
instaurar la democracia, con un discurso que ya era viejo.
Porque resistencia contra el régimen ya lo había de antes, claro.
En
los países árabes, es decir todo ese mundo, me entiendes, se instalaron
regímenes autoritarios tras la independencia, y durante unos cincuenta
años hubo movimientos de resistencia en estos países. Violentos o no,
pero de resistencia. Y no solo como en Egipto con los Hermanos
Musulmanes: hubo resistencia democrática, de mujeres, de intelectuales.
Pero el discurso en Túnez fue nuevo, dijo. ¿Qué cambió?
Los
jóvenes que se rebelaron, que llevaron a cabo la revolución de Túnez,
no dijeron: nos rebelamos por ser demócratas, por ser feministas, por la
democracia directa o indirecta… todo ese vocabulario que teníamos.
La
revolución es de entrada decir No al poder que hay. Sin explicación
ninguna. Si no dices No al poder que hay, sin pedir nada más, no hay
revolución. Eso es lo inquietante. Porque la revolución siempre se abre
hacia lo desconocido. Lleva a la persona a lo desconocido, no hacia un
régimen. No es un cambio de régimen, es un cambio de naturaleza. Y eso
en Argelia no ha pasado, y en Túnez sí.
Y luego llegaron los islamistas, algunas del exilio como Rached Ghannouchi, y se hicieron fuertes.
Antes
de las elecciones, estaba en una conferencia con la respetada activista
Khadija Cherif. Le dije: Khadija, si pasa lo mismo que en Argelia ¿qué
haríais? Me respondió: Jamás anularemos las elecciones. Lucharemos
dentro del marco de la democracia. Y lo que es impresionante es que la
sociedad tunecina estaba estructurada para acometer la primera etapa de
la democracia. Hoy se ve que eso era más difícil de lo que se pensaba.
Pero eso no quiere decir que se haya perdido.
¿Y en Egipto? Parte el dictador, hay elecciones, los islamistas llegan al poder, se les deja gobernar… y llega el golpe.
En
Egipto, a los islamistas los quieren sacar de la sociedad. Y así los
convierten en víctimas y mártires. En lugar de ponerlos ante la
responsabilidad de gobernar y de fracasar, y que los echara la sociedad
por gobernar mal, como pasó en Túnez. Ahí, el partido Ennahda participó
en el poder y perdieron después, porque demostraron que no saben
gobernar, y sobre todo mostraron su rostro. La sociedad se movilizó, y
está bien. En Egipto, la utopía islamista renace, y más fuerte que
antes.
Gran parte de Egipto respaldó el golpe militar de Abdelfatah Sisi por oposición al islamismo.
Como en Argelia. También la sociedad argelina pedía a los militares tomar el poder [en 1991].
¿Porque pensaban que los islamistas son peores que la dictadura?
Sí,
eso pensaban. Pero ahora se analiza: era un juego de los militares para
dar miedo a la población, porque no querían la democracia. Hicieron lo
posible para crear una situación en la que los argelinos dijeran: o los
islamistas o los militares. Hicieron todo lo que pudieron para destrozar
el movimiento democrático que había en medio.
Era una estrategia
magistral, magnífica, ofrecer este tipo de elección a los argelinos. Y
los argelinos tenían miedo; yo también tengo miedo a los islamistas.
Pero yo y mi partido político, el Front des Forces Socialistes (FFS), no
estábamos a favor de anular las elecciones. Y hoy vemos que anular las
elecciones era lo peor que se pudo hacer.
El drama fue inmenso, desde luego.
Sí:
hubo 200.000 muertos. Y fue el fin de la democracia. Porque cuando el
poder retoma el poder, primero ataca a los islamistas, pero luego ataca a
los demás. Mientras atacaba a los islamistas, hubo quien dijo que era
el primer golpe de Estado feminista del mundo. Porque los militares
tomaron el poder en 1991 y no hicieron ninguna ley a favor de las
mujeres.
Dijeron que era contra los islamistas y especialmente contra la
charia, pero no hicieron nada para darle credibilidad. ¿Por qué no
hacían leyes de igualdad, para favorecer a las mujeres, la democracia?
Decretaron un estado de emergencia que duró hasta 2010, 2014….
Tengo la sensación de que el partido islamista FIS ganó la guerra civil con 20 años de retraso.
Perdió
la guerra política. En Argelia mataron políticamente a los islamistas y
luego los invitaron a las esferas económicas y políticas. Les dan su
lugar en la sociedad, se les da todo lo que piden: el estatus de la
mujer, la pausa de oración, los cafés, se cierran cafés que sirven
alcohol… Para hacer callar al FIS le dan lo que quiera en la sociedad
civil.
La ley argelina respecto a las mujeres es aún peor que la marroquí en este sentido, más islamista.
No vale la pena comparar con Marruecos. El único país que realmente ha dado un paso importante es Túnez. (...)
Túnez c’est different, como si dijéramos. ¿Cómo se explica?
Por
dos factores: uno, que la sociedad civil tunecina nunca fue destruida
por el régimen, ni por el colonial, ni por el independiente, el
poscolonial, que siempre se alimentó de ella misma, y que ha dado a
grandes pensadores e intelectuales.
Y dos, que esta sociedad tenía algo
que defender en materia de igualdad en derechos humanos. Eso es lo que
ha permitido salvar la democracia en Túnez. Evidentemente, si los
militares hubiesen tomado el poder cuando los islamistas ganaron, como
en Egipto, estaríamos en la misma situación, que es peligrosa. (...)
El poder siempre parece arreglarse con los islamistas.
Sí. Nasser hizo lo mismo, Sadat hizo lo mismo…
¿Nasser también?
Sí,
es él quien empezó, todos han hecho lo mismo. Ben Ali no pudo porque en
el plano internacional estaba ahí para defender oficialmente a las
mujeres. Pero en los últimos tiempos, su yerno [Mohamed Sakhr El Materi]
abrió una radio islamista [Zitouna], un banco islamista… en la última
época de su vida se convirtió en islamista.
Volvemos a las mujeres… ¿es el contrapunto siempre?
Lo
que me interesa es ver cómo las mujeres han sido moneda de cambio entre
los movimientos islamistas y el poder militar, el poder de facto.
Entre los islamistas también hay muchas mujeres.
No todas las mujeres son feministas. Entre los partidos fascistas hay muchos hombres. No te rías.
No me río. Pero hablamos de mujeres frente a islamistas, un grupo que también incluye a mujeres.
Cuando
los demócratas toman el poder, lo toman contra hombres que están contra
la democracia. Y no está bien ¿no? Imponer la democracia a hombres que
no la quieren. Y querer imponer la igualdad a mujeres que no la quieren,
no está bien ¿verdad?
No he dicho nada de eso.
¿Crees
que en España todas las mujeres son feministas? No me gusta nada cuando
discuto de feminismo que me saquen a las mujeres que llevan el velo y
están contra el feminismo. Claro que están contra el feminismo.
Pero no
tienen ningún derecho sobre mis derechos. Siempre que se trate de
mujeres, se contrapone a las mujeres que no quieren el feminismo con las
mujeres feministas. Cuando se habla de democracia, jamás se contrapone a
los hombres que no quieren la democracia a los hombres que sí la
quieren. (...)
En los países musulmanes también hay quien busca protección en el propio Corán.
¿Por
qué las mujeres veladas van con los islamistas? Porque les dan
seguridad. En Argelia hay muchas mujeres en los movimientos islamistas.
Si en un país el Corán te da más derechos que el país ¡estás con el
Corán! Si la moral religiosa representa una manera de protegerse, estás a
favor de la moral religiosa.
En una situación catastrófica… Las mujeres
islamistas, al principio, han encontrado en el islam derechos, se han
visto respetadas. La sociedad argelina es peor que el islam. Es peor. Y
dicen: Debes respetarme. Está en el Corán.
¿Y a dónde lleva eso?
¡No
lleva a ninguna parte! Es lo que digo a las chicas jóvenes que se ponen
el velo para poder salir a la calle. Vale, os veláis para poder salir,
pero ¿para ir a dónde?
Parece una forma de adaptarse en lugar de rebelarse. ¿No valen los pequeños avances?
Sé
que la ley reformadora que hace avanzar las cosas en pequeños pasos es
muy importante, pero llega un momento en el hay que dar un salto, y si
no se da el salto, no se llega a ninguna parte. El nivel de educación de
las mujeres de Arabia Saudí es muy elevado. Su nivel económico es
altísimo. Son mujeres empresarias, ricas. ¿Tienen lo que quieren? ¿Hay
ahí un modelo que nos echa una mano, para que hagamos como ellas? No. No
es el modelo que yo eligiría. (...)
¿Y no se puede trabajar desde dentro de ese modelo religioso, reformando las normas, como piden algunas?
El
modelo religioso no ha podido acompañar a las mujeres en ningún país
del mundo hasta el final de la idea de la independencia y la igualdad.
Hizo falta la ruptura, la revolución contra la Iglesia, para que la
Iglesia se abra y que pueda haber feministas católicas.
Porque el
trabajo lo habían hecho las otras. La Iglesia católica, si tu la dejas
hacer, querrá recuperar todo. Son los movimientos feministas los que han
frenado a la Iglesia católica, no son las feministas católicas sino las
feministas laicas. Y hoy se puede ser católica y feminista, sin
problema. Porque las laicas llevan el combate.
¿No nos vale, pues, el ‘islam moderado’?
No
necesitamos un islam moderado sino un islam valiente. Las mujeres y
hombres que se quieren identificar como musulmanes – yo no: no quiero
identificarme como musulmana aunque sea de familia musulmana, yo soy
argelina ¿vale? – deben hacer un trabajo.
La libertad no es elegir entre
el velo y no llevar velo sino elegir algo distinto. Si eres musulmán,
si llegas a la religión por tu libertad de conciencia no es lo mismo que
si es porque tu padre es musulmán y tú respetas, tú obedeces al islam. (...)
Lo que hace falta es una revolución interior. Coges los textos de
Mohamed Arkoun, de [Rachid] Benzine, y son grandiosos, pero no han
arraigado. Por eso, como feministas laicas, cuando se creó en Estados
Unidos y Asia el movimiento Sisters in Islam, dijimos que tal vez
fuese una solución, porque nosotras fracasamos; tal vez había que
reivindicar la identidad islámica para combatir la desigualdad.
¿Lo que ahora se conoce como feministas islámicas?
No
son las feministas islámicas. Ellas dicen: Somos musulmanas y queremos
la igualdad. Mientras que las feministas islámicas dicen: Somos
musulmanas, respetamos el islam, y en el islam está la igualdad, pero
ponen la frontera de esta igualdad en el islam. Investigan, pero en
cuanto el islam habla de la herencia, no la cuestionan. No cuestionan la
poligamia. Hay mucho que no cuestionan. (...)
La vía de Sisters in Islam ¿puede funcionar para hacer cambios profundos?
Pensábamos
que quizás fuera la solución, luego reflexionamos: La piedra angular
del feminismo intelectual es la deconstrucción de la condición de la
mujer formada a través de la religión y el patriarcado. Y esta
deconstrucción no se puede emprender desde dentro de la esfera
religiosa. Hay que salir de ella. En la cuestión de igualdad y libertad
hay un vocabulario que no se encuentra en los textos religiosos. Puedes
encontrar la caridad, la complementaridad, la equidad…
La palabra
igualdad no les entra en la cabeza a los islamistas. En la conferencia
de El Cairo sobre salud pública en 1995, ellos ganaron. ‘Ellos’ quiere
decir el Vaticano, Irán, los países católicos conservadores, Argentina
estaba en el grupo, yo los vi reunirse. Ganaron porque consiguieron
eliminar del vocabulario de Naciones Unidas la palabra igualdad y la
reemplazaron por equidad. (...)
¿Tiene esperanzas?
Recuerdo un refrán que me
sirve de guía. Es el título de un filme alemán y dice: En caso de gran
peligro, el camino de enmedio lleva directamente a la muerte. Y estamos
en esa situación. Necesitamos una ruptura. Necesitamos dar pasos
fuertes.
Porque en el otro bando nos afronta un enemigo que tiene una
imagen muy fuerte, que tiene unidad, que tiene un proyecto. Si no
tenemos unidad, no tenemos proyecto, no damos pasos fuertes, ¡nos comen!
¡Acaban con nosotras!" (Entrevista a Wassyla Tamzaly
, escritora, funcionaria internacional y feminista argelina, autora entre otros del libro "Mi tierra argelina". Sin Permiso, 28/03/17,
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