"Ciento dieciocho años. Ese es el tiempo que había calculado el Foro
Económico Mundial que tardarían las mujeres de los países occidentales
en lograr la equiparación salarial con los hombres. Y eso suponiendo que
la línea de progreso fuera siempre ascendente, algo que, dada la
experiencia de los últimos años, es mucho suponer.
De hecho, hay ya
datos que demuestran que en los países más castigados por la gran
recesión de 2008, como España, las mujeres están saliendo de la crisis
en peores condiciones de las que entraron: con más precariedad, más
temporalidad y mayor brecha salarial. (...)
¿Debemos resignarnos a esta larga marcha que puede no
tener fin? Islandia ha dicho que no. Y ha decidido dar una nueva vuelta
de tuerca a la ya muy avanzada normativa en materia de igualdad,
obligando a las empresas de más de 25 trabajadores a demostrar, mediante
auditorías externas, que cumplen con la equidad salarial.
El que las
leyes obliguen a la igualdad no es suficiente. Islandia, en concreto,
reguló la igualdad salarial hace más de más de medio siglo. Y sin
embargo, las mujeres en la isla siguen ganando entre un 14% y un 20%
menos que los hombres. Y eso, a pesar de que Islandia es uno de los
países con legislación más avanzada en igualdad de género. Su
legislación incluye la exigencia de cuotas en los consejos de
administración, generosas ayudas para el cuidado de los hijos y largos
permisos remunerados por maternidad y paternidad.
Eso ha permitido que
hoy casi la mitad de los parlamentarios sean mujeres, la tasa de
ocupación femenina supere el 80% y que, gracias las cuotas obligatorias,
casi la mitad de los asientos de los consejos de administración de las
empresas estén ocupados por mujeres. Pero la brecha salarial se resiste.
De ahí el empujón legislativo que acaba de aprobar. “La historia
demuestra que si quieres progreso, lo debes forzar”, ha dicho Thorsteinn
Viglundsson, titular de Asuntos Sociales e Igualdad.
No es solo una cuestión de justicia.
Son muchos los
informes que demuestran las ventajas de la igualdad. Aprovechar el
potencial creativo y la formación de la mitad femenina de la población
debería ser un imperativo económico inexcusable. Pero además, las
empresas que practican la igualdad de género tienen ventajas
competitivas que las hacen más exitosas. Quienes estén interesados en
esta cuestión encontraran un amplio despliegue de datos en el Gender Equality Gobal Raport and Ranking de 1917.
En todo caso, Islandia siempre nos sorprende con
iniciativas interesantes que por lo menos reflejan la valentía de una
sociedad dispuesta a innovar también en cuestiones de gobernanza. Desde
su forma de afrontar la grave crisis bancaria, a contracorriente de lo
que se hacía en el resto de Europa, a la experiencia de encargar la
reforma de la Constitución a un comité de 25 ciudadanos representativos
de la sociedad islandesa elegidos por un sistema mixto de votación y
sorteo." (Milagros Pérez Oliva, El País, 19/04/17)
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