26.5.17

El desprecio apenas oculto, de los líderes de la UE por el "pueblo" alimenta una reacción anti-todo de ultra-derecha contra esa oligarquía política que destroza la democracia

"Después de 1945 era algo ampliamente asumido que la derrota del fascismo había establecido un punto de referencia normativo. 

El fascismo era una manzana podrida en el cesto de la historia. Si aún existía, además de los brutales regímenes franquista y salazarista de la península ibérica, era supuestamente solo en formas aisladas como la Organisation Armée Secrète francesa durante la Guerra de Argelia y la junta militar griega de los primeros años 70.

 Sin embargo, los símbolos y ortodoxias ultraderechistas se escondían bajo la superficie, esperando a que el neoliberalismo allanara el camino para su renacimiento ideológico como excrecencias de los movimientos de principios del siglo XX o, yendo  más atrás, del dogma contrarrevolucionario post-1789. 

Los partidos políticos de extrema derecha duchos, en los medios de hoy, visten viejas ideologías y formas de movilización de masas con trajes pseudo-democráticos para imponer sus versiones radicalizadas de los sistemas aceptados. (...) 

En las elecciones europeas de 2014, los partidos de extrema derecha consiguieron un récord del 22,9% de los votos (se espera que aumente hasta el 37% en 2019). En el parlamento forman tres grupos más algunos miembros no adscritos, mayoritariamente del Jobbik de Hungría, el NPD de Alemania, Amanecer Dorado de Grecia y descontentos del FN. 

Aunque no han establecido un frente amplio influyen a gobiernos nacionales o forman parte de ellos. La mayor parte culpan a la UE de todo, aunque sus diputados no son reacios a usar sus ventajas e infraestructura mediática como tribuna privilegiada.

Los mayores partidos de extrema derecha están en Grecia, Hungría, Italia, Eslovaquia y Suiza, y están en los gobiernos nacionales de Finlandia, Grecia, Hungría, Lituania, Noruega, Eslovaquia y Suiza. Como regla general, “extrema derecha” significa que están a la derecha del Partido Popular Europeo (PPE). 

No son totalmente homogéneos pero, como señala el analista holandés Cas Mudde, comparten la “normalidad patológica” de sus orígenes en la sociedad convencional y un núcleo doctrinal con variados grados de xenofobia, etnocentrismo, nacionalismo, racismo, negativismo y populismo. 

Como el FN de Francia, cambian el tono y el contenido según como estén soplando los vientos políticos. La siguiente lista de ocho partidos muestra sus principales características.

-       Alemania: Alternativa por Alemania (2014), con dos corrientes, neoliberal y nacionalista-conservadora, atrae votantes anti-establishment, anti-liberalización, antieuropeos, anti-Islam y anti-refugiados.

-       Francia: el FN es antieuropeo, anti-inmigración, anti-finanzas, antiglobalización y proteccionista. El populismo de Marine Le Pen parece menos extremista que el de su padre, pero el partido tiene un núcleo duro y una base militante neofascistas.

-       Holanda: el Partido por la Libertad es nacionalista, anti-UE, xenófobo (pero pro-Israel) y anti-Islam.

-       Grecia: Amanecer Dorado (1980), anti-UE y abiertamente neonazi con visiones anti-inmigración violentas, ven la victoria de Donald Trump como una triunfo de los “estados étnicamente limpios”.

-       Hungría: Jobbik (2003), ampliamente apoyado por los hombres jóvenes de clase media con estudios, es anti-inmigración, anti-sionista (pro-musulmán), anti-homosexual, y proteccionista. Su crecimiento se debe menos a problemas económicos que a su virulencia anti-gitana “rompedora de tabúes”.

-       Austria: el nacionalista Partido de la Libertad quiere valores familiares, fronteras fortificadas, restricción de beneficios a los inmigrantes y puestos de trabajo para los austriacos.

-       Eslovaquia: Kotleba es anti-gitano, anti-inmigración, antiamericano, antisemita, antieuropeo, anti-OTAN y partidario de la moralidad cristiana.

-       Italia: junto a la anti-inmigración y anti-UE Liga Norte hay muchas corrientes ideológicas, grupos y prácticas de extrema derecha en el norte. Afirmando ser “de derechas y de izquierdas”, la Liga Norte disfruta del apoyo de Marine Le Pen, del Bloc Identitaire francés, Pegida de Alemania y Amanecer Dorado de Grecia.

Lo que estos partidos tienen en común es una anti-política atrapalotodo de agravios y supremacismo nacional vagamente formulado. Hay más que una pizca de verdad en su crítica de Europa y utilizan esto para focalizar la rabia sobre objetivos vulnerables como los refugiados y los inmigrantes. 

Un problema para la izquierda, como mostró el Brexit, es que se han apropiado de la palabra “soberanía” cuando atacan a una Unión Europea que ha probado ser enemiga del empleo y los servicios públicos.  (...)

El desprecio apenas oculto de los líderes de la UE por el "pueblo" alimenta una reacción anti-todo contra esta oligarquía política que destroza la democracia que supuestamente sostiene. Los votantes se muestran indiferentes ante la política de extrema derecha, y la izquierda, también anti-establishment, no ofrece muchas alternativas.  (...)

Las campañas nacionalistas de derechas, entre las que se cuentan el Brexit y Donald Trump, hacen dos afirmaciones fundamentales en muchos países occidentales: elevar a los trabajadores en una economía globalizada y bloquear la inmigración. Los choques sobre la cultura y la economía parecen estar impulsando el surgimiento de la extrema derecha, pero el discurso exaltado disfraza otro desastre, es decir, la pérdida de confianza en las instituciones (precisamente el área donde los movimientos municipales de izquierda están funcionando). 

El surgimiento de la extrema derecha es un síntoma ominoso de una crisis mucho más grave. Por lo tanto, existe una necesidad urgente de estudiar por qué la política dominante ha fracasado en todos los niveles para cumplir sus promesas. (...)"             (Daniel Raventós  , Julie Wark  , Sin Permniso, 18/05/2017)

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