"Después de 1945 era algo ampliamente asumido que la derrota del fascismo
había establecido un punto de referencia normativo.
El fascismo era una
manzana podrida en el cesto de la historia. Si aún existía, además de
los brutales regímenes franquista y salazarista de la península ibérica,
era supuestamente solo en formas aisladas como la Organisation Armée Secrète
francesa durante la Guerra de Argelia y la junta militar griega de los
primeros años 70.
Sin embargo, los símbolos y ortodoxias
ultraderechistas se escondían bajo la superficie, esperando a que el
neoliberalismo allanara el camino para su renacimiento ideológico como
excrecencias de los movimientos de principios del siglo XX o, yendo más
atrás, del dogma contrarrevolucionario post-1789.
Los partidos
políticos de extrema derecha duchos, en los medios de hoy, visten viejas
ideologías y formas de movilización de masas con trajes
pseudo-democráticos para imponer sus versiones radicalizadas de los
sistemas aceptados. (...)
En las elecciones europeas de 2014, los partidos de extrema derecha
consiguieron un récord del 22,9% de los votos (se espera que aumente
hasta el 37% en 2019). En el parlamento forman tres grupos más algunos
miembros no adscritos, mayoritariamente del Jobbik de Hungría, el NPD de
Alemania, Amanecer Dorado de Grecia y descontentos del FN.
Aunque no
han establecido un frente amplio influyen a gobiernos nacionales o
forman parte de ellos. La mayor parte culpan a la UE de todo, aunque sus
diputados no son reacios a usar sus ventajas e infraestructura
mediática como tribuna privilegiada.
Los mayores partidos de
extrema derecha están en Grecia, Hungría, Italia, Eslovaquia y Suiza, y
están en los gobiernos nacionales de Finlandia, Grecia, Hungría,
Lituania, Noruega, Eslovaquia y Suiza. Como regla general, “extrema
derecha” significa que están a la derecha del Partido Popular Europeo
(PPE).
No son totalmente homogéneos pero, como señala el analista
holandés Cas Mudde, comparten la “normalidad patológica” de sus orígenes
en la sociedad convencional y un núcleo doctrinal con variados grados
de xenofobia, etnocentrismo, nacionalismo, racismo, negativismo y
populismo.
Como el FN de Francia, cambian el tono y el contenido según
como estén soplando los vientos políticos. La siguiente lista de ocho
partidos muestra sus principales características.
-
Alemania: Alternativa por Alemania (2014), con dos corrientes,
neoliberal y nacionalista-conservadora, atrae votantes
anti-establishment, anti-liberalización, antieuropeos, anti-Islam y
anti-refugiados.
- Francia: el FN es antieuropeo,
anti-inmigración, anti-finanzas, antiglobalización y proteccionista. El
populismo de Marine Le Pen parece menos extremista que el de su padre,
pero el partido tiene un núcleo duro y una base militante neofascistas.
- Holanda: el Partido por la Libertad es nacionalista, anti-UE, xenófobo (pero pro-Israel) y anti-Islam.
-
Grecia: Amanecer Dorado (1980), anti-UE y abiertamente neonazi con
visiones anti-inmigración violentas, ven la victoria de Donald Trump
como una triunfo de los “estados étnicamente limpios”.
-
Hungría: Jobbik (2003), ampliamente apoyado por los hombres jóvenes de
clase media con estudios, es anti-inmigración, anti-sionista
(pro-musulmán), anti-homosexual, y proteccionista. Su crecimiento se
debe menos a problemas económicos que a su virulencia anti-gitana
“rompedora de tabúes”.
- Austria: el nacionalista Partido de
la Libertad quiere valores familiares, fronteras fortificadas,
restricción de beneficios a los inmigrantes y puestos de trabajo para
los austriacos.
- Eslovaquia: Kotleba es anti-gitano,
anti-inmigración, antiamericano, antisemita, antieuropeo, anti-OTAN y
partidario de la moralidad cristiana.
- Italia: junto a la
anti-inmigración y anti-UE Liga Norte hay muchas corrientes ideológicas,
grupos y prácticas de extrema derecha en el norte. Afirmando ser “de
derechas y de izquierdas”, la Liga Norte disfruta del apoyo de Marine Le
Pen, del Bloc Identitaire francés, Pegida de Alemania y Amanecer Dorado de Grecia.
Lo
que estos partidos tienen en común es una anti-política atrapalotodo de
agravios y supremacismo nacional vagamente formulado. Hay más que una
pizca de verdad en su crítica de Europa y utilizan esto para focalizar
la rabia sobre objetivos vulnerables como los refugiados y los
inmigrantes.
Un problema para la izquierda, como mostró el Brexit, es
que se han apropiado de la palabra “soberanía” cuando atacan a una Unión
Europea que ha probado ser enemiga del empleo y los servicios públicos. (...)
El desprecio apenas oculto de los líderes de la UE por el "pueblo"
alimenta una reacción anti-todo contra esta oligarquía política que
destroza la democracia que supuestamente sostiene. Los votantes se
muestran indiferentes ante la política de extrema derecha, y la
izquierda, también anti-establishment, no ofrece muchas alternativas. (...)
Las campañas nacionalistas de derechas, entre las que se cuentan el
Brexit y Donald Trump, hacen dos afirmaciones fundamentales en muchos
países occidentales: elevar a los trabajadores en una economía
globalizada y bloquear la inmigración. Los choques sobre la cultura y la
economía parecen estar impulsando el surgimiento de la extrema derecha,
pero el discurso exaltado disfraza otro desastre, es decir, la pérdida
de confianza en las instituciones (precisamente el área donde los
movimientos municipales de izquierda están funcionando).
El surgimiento
de la extrema derecha es un síntoma ominoso de una crisis mucho más
grave. Por lo tanto, existe una necesidad urgente de estudiar por qué la
política dominante ha fracasado en todos los niveles para cumplir sus
promesas. (...)" (Daniel Raventós
, Julie Wark
, Sin Permniso, 18/05/2017)
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