"(...) ¿Es una buena noticia para la izquierda la victoria de Pedro
Sánchez? ¿O la buena es que no hayan ganado Felipe, Susana, el yate,
Juan Luis etc.?
(...) Lo que sucedió el 21 de mayo afecta al conjunto del panorama político
español y a nosotros en primer lugar. Demuestra que no hay una frontera
clara e inequívoca entre los viejos partidos del Régimen del 78 y los
que queremos cambiarlo, que hay contradicciones dentro.
Nuestra relación
con el Partido Socialista es extraordinariamente complicada pero de
ella depende el cambio en España. Somos, hemos sido hasta ahora,
competidores en lo electoral pero solo puede haber gobiernos de cambio
si nos entendemos (con el PSOE). (...)
Esa contradicción es una contradicción desgarradora porque es competir a
tope en lo electoral pero sabiendo que solo habrá cambios si hay
entendimiento. Susana Díaz decía siempre en campaña “yo quiero un PSOE
que no pacte ni con Podemos ni con el PP”, que era como decir “quiero
volver a 1990”.
Pero claro, es imposible, eso no va a pasar. Es una
cuestión aritmética. Podemos va a seguir manteniendo un proyecto
radicalmente independiente de soberanía popular entendiendo que la
aritmética nos va a obligar a entendernos . ..
Y ese entendimiento en
unos casos supondrá que nos acompañe en algunas zonas y en otras, como
Andalucía, que nos deje acompañar con exigencias de cambio. Parece que
quien ahora ocupa la Secretaría General del Partido Socialista ha
recibido un mandato que le empuja a entenderse con nosotros. Si fuera
así, corregiría sus actuaciones anteriores porque siendo secretario
general en la anterior etapa, cuando era otro Pedro Sánchez…
No lo digo
por hacer una broma: puede ser como el conde de Montecristo, que después
de haber estado recluido por sus adversarios cuando consigue fugarse se
fuga para vengarse y es otro personaje, diferente del que fue antes. Si
es fiel al mandato que entiendo lanzaron de forma muy mayoritaria los
militantes del PSOE, deberían buscar algún tipo de entendimiento con
nosotros. (...)
¿Por qué han querido obligar al PSOE de Pedro Sánchez a presentar una moción en 24 horas?
No sé si se abre una etapa de entendimiento, pero me
parece que la mayoría casi absoluta del PSOE ha votado en ese sentido.
No sé si va a ser posible, no sé si las diferentes estructuras de poder
nacional y regional le van a dejar; digo que ha habido un pequeño
terremoto en la militancia socialista y que el terremoto me parece
bueno, pero no sé cuáles serán los efectos.
Yo creo que el PSOE no va a presentar una moción de
censura alternativa, pero creo en todo caso que puede haber más
oportunidades y si los números dan y las oportunidades dan, en el futuro
va a haber más oportunidades. (...)
¿Cómo afronta una posible candidatura a la Comunidad de Madrid contra Cristina Cifuentes, la niña bonita del PP?
Yo creo que ese espejismo se está rompiendo ya. El mito de
que tú puedes pasarte 26 años en una banda mafiosa sin enterarte de
nada, sin escuchar nada, sin participar de nada y ser tú quien después
regenera esa banda mafiosa… se está empezando a resquebrajar. Creo que
vamos a ver más sobre eso.
Una de las cosas más importantes que está pasando es que,
cuando salió el informe de la UCO sobre Cifuentes, ella apuntó que
aquello podía ser fuego amigo. Este me parece un dato fundamental. Nunca
hay cambio en ningún país si previamente entre las élites no se abren
enfrentamientos tan encarnizados que hacen preferir a cada uno de ellos
la defensa de sus intereses familiares por encima del interés del
Estado.
Yo creo que en el PP ha llegado ese momento. Ya hay abiertas
guerras de bandas que se libran desde nuestras instituciones. Por otra
parte, en las autonómicas de 2015 nos quedamos francamente cerca de la
Comunidad de Madrid y creo que ahora hay mejor entorno y clima como para
lograrlo.
Es fundamental revalidar los ayuntamientos y no dejarlos
solos. El Ayuntamiento de Madrid ha sentido lo que es tener que gobernar
un ayuntamiento con una Comunidad de Madrid que no gobierna, que no ha
hecho absolutamente nada más que ser la oposición al ayuntamiento y
además teniendo al señor Montoro enfrente para asfixiar a nuestras
administraciones municipales. (...)
¿Qué fue Podemos (o qué creímos que era) y qué es ahora? ¿Cuánto daño (o beneficio) han provocado acciones como el Tramabús, la performance de Irene Montero en el Reina Sofía, el West Side Story en las redes?
Las fuerzas políticas, cuando se hacen grandes, defraudan.
Todos estos procesos defraudan porque son más imperfectos que nuestras
expectativas. Y es imposible que sean como las emociones que vivimos en
las plazas aquel 2011. Pero eso no puede ser una excusa, hay que
esforzarse. Sigo pensando, como cuando empecé a militar en movimientos
libertarios, que nuestros sueños no caben en sus urnas.
Hay que combatir
esa idea de que sólo podemos ganar cuando el país esté patas arriba y
la gente esté dispuesta a darle el poder a cualquiera. El cambio no va a
ser un salto brusco a todo o nada. Debe ser un tránsito sin traumas en
favor de un proyecto de país más justo y soberano.
Como 2016 se tradujo
en una cierta derrota moral, hay gente que se dejó ilusiones por el
camino. Eso sirve para reconocer dónde estamos y escuchar el clima del
pueblo. Y además hemos cometido errores.
¿Por ejemplo?
No es cierto que la gente valore un proceso de democracia
interna como el que tuvimos nosotros. Nos confundimos si creemos que la
gente lo siguió: más bien se quedaron con el ruido y la desazón.
Nosotros veníamos de una hipótesis muy acelerada, y el tiempo político
se ralentizó, y no supimos adaptarnos.
Hubo un tiempo desde que
aparecimos en 2014 en que fue así, pero tardamos en adaptarnos y también
en entender que la competición no era entre dentro y fuera, porque ya
estamos dentro. Es una conquista lenta y tenemos que ser la oferta más
creíble…
A veces da la sensación de que Podemos cuaja en lo
local pero en lo nacional genera recelos que quizá tienen que ver con
lo internacional. Y eso a veces se les escapa.
Siempre me gusta mencionar un libro, La España vacía,
de Sergio del Molino. Reflexiona sobre los problemas nacionales y,
precisamente en un día como hoy, en el que Puigdemont estaba hablando en
la sede del Ayuntamiento de Madrid porque algunas instituciones del
Estado le han negado que hable.
Este libro cuenta esa fractura
geográfica y demográfica que no tiene parangón en otra parte, porque la
inmensa mayoría del territorio español se está vaciando pero tiene una
influencia brutal en el reparto de poder, esa predominancia de la meseta
que no se traduce en reparto de rentas, inversiones públicas…
Nuestro
avance en las ciudades tiene que ver con que los movimientos
progresistas avanzan más deprisa en las grandes ciudades. De hecho me
atrevería a decir que la ley electoral está precisamente diseñada para
evitar eso. Esto produce una situación insólita. Que somos la tercera
fuerza a nivel estatal y sin embargo gobernamos las principales
ciudades.
Y esto tiene que ver con una fractura generacional en la que
tenemos partidos de treintañeros a los que votan treintañeros o menos y
partidos de gente de 60 y más. Además las generaciones que vivieron la
dictadura están más reticentes con la posibilidad de cambio político, y
sus hijos y sus nietos no.
Pero la estructura demográfica de España vale
para contener el cambio. El PP es la tercera fuerza electoral entre la
gente en edad de trabajar, y sin embargo consigue bloquear. Pero si lo
sabemos aprovechar haremos historia. En 2019 daremos el salto a algunas
comunidades autónomas.
El PP construyó un modelo de país basado en el
eje Madrid-Valencia, un modelo económico y social basado en la apuesta
por las burbujas, por la devaluación salarial y la permanente
competición por acoger macroeventos y paliar la destrucción de modelo
productivo. Pero ese modelo está colapsando, en lo judicial y en lo
político." (Entrevista a Iígo Errejón, Ángeles Caballero
Cristina Fallarás
Marina Lobo
, CTXT, 25/05/17)
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