"En el interior de la provincia de Lugo, entre las cumbres de la Serra do Xistral,
se esconde un pueblo en donde el viento se ha llevado las facturas de
la luz. Desde hace un año, el Ayuntamiento de Muras, un municipio en el
que 668 habitantes conviven con 381 aerogeneradores, financia los
recibos eléctricos de los vecinos con los impuestos que cobra a las
empresas que, como Acciona, Iberdrola o Norvento, explotan los 20
parques eólicos enclavados en su territorio.
“Es una cuestión de
justicia social”, defiende el alcalde, Manuel Requeijo, del Bloque
Nacionalista Galego (BNG). “Hasta ahora los beneficios de producir esta energía no repercutían
para nada en los vecinos pese a que son los que sufren el ruido y el
impacto visual de los molinos; iban solo para las eléctricas, que ni
siquiera tienen sede fiscal en Galicia”.
Desde
2016 todo empadronado en Muras tiene derecho a pedir la ayuda para
abonar su consumo doméstico de luz, una categoría que en este municipio
rural incluye el gasto eléctrico de las explotaciones ganaderas o los
bares, siempre que compartan contador con la vivienda.
El Ayuntamiento financia entre el 100% y el 70% de la factura. La cobertura total, con un tope de 500 euros anuales, la reciben las familias con rentas inferiores a 9.500 euros al año.
En este pueblo envejecido, donde seis de cada diez
habitantes ya ha cumplido los 65 años y sobrevive con pensiones muy
bajas, la mayor parte de las 175 familias que han solicitado la ayuda
disfrutan de luz gratuita o pagan solo el 10% del recibo. “Vecinos que
dijeron que no necesitaban la ayuda han acabado pidiéndola por lo mucho
que ha subido la factura eléctrica, un 80% en los últimos diez años”,
explica el alcalde.
Las montañas de Muras se llenaron de aerogeneradores desde
mediados de la década de los noventa. Las eléctricas vieron un filón en
los fuertes vientos que barren este pequeño municipio de subsistencia
agroganadera. Animados por las Administraciones, relatan desde el
gobierno local, los vecinos vendieron a las empresas las tierras donde
se plantaron los aerogeneradores a 0,20 euros el metro cuadrado.
“Les decían que esas tierras no valían nada y ni siquiera les hablaron de alquilarlas para generar al menos una renta”, lamenta Requeijo.
La menguante población de Muras vio cómo los molinos sí se
reproducían a gran velocidad. Se levantaron 381 torres, algunas a apenas
400 metros de las casas, pero el progreso energético esquivó las aldeas
y solo llegó a los parques eólicos. Germán, el único habitante que
queda en el lugar de Baxín, empezó a disfrutar de abastecimiento
eléctrico en su casa hace solo unos meses.
Como el caso de este
octogenario no es el único, el Ayuntamiento también está destinando
parte de lo que recauda en impuestos entre las eléctricas a llevar el
tendido eléctrico a todos los núcleos habitados del municipio, un
objetivo que espera completar este año, dos décadas después de la
instalación del primer aerogenerador.
José María Chao, ganadero de la aldea de Xestosa, se ha sacudido el agobio de trabajar sin perder de vista el contador.
Hasta hace poco no solo pagaba el suministro de la granja en la que
vive sino que, junto a los 15 vecinos del núcleo en el que reside, tenía
que abonar también el consumo de las farolas exteriores.
Ahora solo
paga un 10% del recibo de su casa y la instalación de alumbrado público
en Xestosa está ya en marcha. “Ha sido un alivio”, confiesa. “Nunca
imaginamos que recibiríamos algún beneficio de los aerogeneradores que
nos rodean”. “Y es para todos los vecinos sin distinción”, remata José
Manuel Felpeto, otro beneficiario de la ayuda.
En las arcas locales de Muras, una localidad con un
presupuesto municipal para 2017 de 1,7 millones de euros, entran cada
año cerca de 1,5 millones procedentes del negocio del viento. 900.000
euros se ingresan por el IBI y el IAE que se cobra a las eólicas y
535.000 euros se obtienen del Fondo de Compensación Medioambiental que
la Xunta nutre con el canon que pagan en Galicia las eólicas. De este
dinero, 130.000 euros se destinarán este año a financiar el recibo de la
luz de los vecinos.
El dinero no es lo que le quita el sueño al Ayuntamiento de Muras, que sí se muestra muy preocupado,
sin embargo, por asentar población y frenar el éxodo rural. La Xunta ya
ha amenazado con cerrar el colegio porque solo hay diez niños
matriculados y, aunque el gobierno local se ha ofrecido a mantenerlo
abierto con sus propios fondos, la Administración autonómica niega esta
posibilidad alegando que se invadirían sus competencias.
Las ayudas municipales para pagar la factura eléctrica han
atraído a familias interesadas en instalarse en Muras, pero la falta de
puestos de trabajo y viviendas en condiciones han impedido que la
mudanza se materializase. “Hemos abierto una pequeña puerta, al menos
para debatir sobre otras maneras de hacer las cosas”, concluye el
regidor." (El País, 15/05/17)
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