"Más allá del hecho, claro y bien medido, de la histórica derrota de los
“sectores populares” y del soberanismo nacional en las instituciones
francesas, la interpretación de la victoria del macronismo en el último
ciclo electoral francés (presidenciales seguidas de legislativas)
intriga al país.
El único matiz de esa derrota es la abstención, el
hecho de que la mayoría de los franceses no han participado en las
elecciones (57% sin contar 9,5 millones de ausentes del censo) y que la
base real del nuevo poder triunfante -dotado de plenos poderes y con
mayorías en las instituciones- ronda el 16% y brilla en su base social
por la ausencia de los llamados “sectores populares”, la Francia de los
de abajo. Pero, a partir de ahí ¿qué conclusiones?
¿Hay una
espera entre curiosa e indulgente rodeando al macronismo y su pretendida
“renovación” neoliberal, a la vez de izquierdas y de derechas, o toda
esa abstención que supera en diez millones de almas al voto al partido
presidencial es un gruñido social presto a explosionar?
Esta
segunda interpretación es la preferida por la izquierda, que tras su
éxito de abril (19% del voto) se encuentra ahora con 27 míseros
diputados (sobre 577) y contenta de haber logrado grupo parlamentario.
Sin embargo, lo menos que puede decirse es que si el nuevo poder es
frágil, a la abstención de 6 de cada 10 franceses tampoco le falta
ambiguedad.
El líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que en 2014
ya profetizó que “las de 2017 no serán unas elecciones, será una
insurrección”, dice ahora que la abstención está cargada de “contenido
político ofensivo” y que es una “huelga general cívica”, pero la simple
realidad es que al día de hoy, y encuestas en mano, la abstención puede
también interpretarse como quietismo conformista.
Mélenchon profetiza ahora, “un choque social terrible” y espera “el acontecimiento”, una chispa (en ruso iskra,
así se llamaba la revista de Lenin) que encienda el panorama, como
sucedió en Túnez con el suicidio de un joven que desencadenó la
revolución ciudadana. “No se sabe qué será lo que prenderá la mecha,
pero ya está encendida”, ha dicho en una entrevista con el semanario Society.
Todo
eso es conjetura. En la propia circunscripción marsellesa de Mélenchon
la abstención ha sido superior al 64%, siete puntos por encima de la
media nacional. Y el electorado de la izquierda, 7 millones el pasado 23
de abril, se ha quedado en un 60% en casa en las legislativas. La
situación es enormemente ambigua, para todos, y a nadie se le escapa.
“Mayoría absoluta, victoria relativa”, titula el muy macronista Le Monde
en su edición de hoy. “Nunca una mayoría tan imponente se ha producido
con tan pocos electores, jamás un poder presidencial tan fuerte había
reposado sobre una base tan exigua”, señala la editorial del conservador
Le Figaro. Si la expectativa de la izquierda tiene algo de tomar
deseos por realidad y de obviar la incontestable derrota popular en las
instituciones, la derecha no las tiene todas consigo.
La victoria, “no
ha suscitado ningún movimiento de entusiasmo alrededor de la persona, ni
de sus candidatos, ni de su proyecto. Domina la expectación”, constata Le Figaro.
La Francia plebeya se ha retirado pero en algún momento puede girarse
con formas difícilmente controlables, observa el diario conservador." (Rafael Poch , La Vanguardia)
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