"(...) se ha conocido el Informe del Consejo de la Juventud, aunque es tan
retrasado que se une a la pléyade de estadísticas inservibles de las que
se nutren economistas, analistas y no sé si también el Gobierno.
(...) las cifras de natalidad en España han vuelto a marcar mínimos, y solo se
recuperarán cuando se asienten una nueva generación de inmigrantes
jóvenes, cuya propensión a la natalidad es superior a la española, en
parte por factores culturales, y a pesar de la ausencia de la red
familiar que tanto ha ayudado a los jóvenes españoles. (...)
La raíz de este grave problema se centra en el modelo social y económico
que han diseñado las elites, pero también la UE, para las economías
pobres europeas. Este modelo se asienta en una apropiación continua y no
disimulada de las rentas de las clases medias y bajas para traspasarlas
a las elites empresariales que gozan de absoluta impunidad para
desvirtuar el mercado laboral.
Este proceso, impuesto desde Bruselas y aplaudido por las organizaciones
patronales, consiste en trocear el factor trabajo, cosificar colectivos
enteros de trabajadores, mujeres, jóvenes, mayores de 45 años,
despojándoles de cualquier poder de negociación, y reducir la
retribución a una asignación arbitraria en función de la cuenta de
resultados, sin respetar horarios, capacidad, ni formación.
El propio
sistema, pero también la ausencia de pensamiento crítico éntrelas
familias, está generando una hornada de jóvenes sobretitulados, que no
sobrecualificados como ingenuamente nos intentan engañar, que son pasto
de un mercado laboral cada vez menos sofisticado, menos productivo y
donde la fuerza laboral es un estorbo, a pesar de la revolución digital.
Esta progresiva destrucción del factor trabajo, liberalización nos
cuentan nuestros amigos neoclásicos, viene acompañada con restricciones
presupuestarias de toda índole por lo que hay una gran parte de la
fuerza laboral joven que no tendrá oportunidades laborales decentes
probablemente nunca, salvo que emigre.
Así, los nuevos nichos de
negocios, mal llamados economía colaborativa, son el epicentro de este
nuevo neologismo: no son trabajadores, son prestadores de servicios a
demanda. Se conculcan todos los derechos adquiridos, no existe la
negociación colectiva, los salarios los fijan la otra parte, y se les
ordena la jornada laboral, pero no son falsos autónomos. Por supuesto,
la inspección de trabajo mora para otra parte.
Este progresivo deterioro del concepto de trabajador, también tiene que
ver con la progresiva caída de la inversión y productividad a nivel
mundial, algo que ya no se puede afirmar que es cíclico, sino
estructural, a pesar de la brusca caída de tipos de interés e inflación.
Si esto se cronifica, y mi apuesta es que así será, veremos
generaciones enteras que, no solo vivirán peor que sus padres, sino que
serán pasto de la pobreza estructural, por más que se nos bombardee que
esto no es más que la fase imprescindible para salir de la crisis en la
que caímos en 2008.
El desprecio hacia el ser humano, hacia el joven,
hacia la mujer o hacia el mayor, tiene que ver con la idea de la
inmediatez, de la moda y del beneficio rápido y el abandono de cualquier
tipo de ética empresarial.
Esta revolución empobrecedora pretende, además, que las familias
procreen, por supuesto sin ayudas, que se emancipen, que compren
viviendas, coches y que en la vejez vayan a Benidorm a bailar. Pero la
realidad ya es un muy distinta. El votante mediano joven ha dado la
espalda a quien todavía cree que este ciclo vital no ha muerto, el que
nos enseñaban en la Facultad: Modigliani.
Hoy estos votantes se han
separado de la vieja elite política y empresarial que sigue cosechando
fracaso tras fracaso, anunciando que las cosas mejoran porque se crea
empleo de una semana, de dos días o incluso de horas. Se adormece al
país durante la estacionalidad del empleo, para luego justificar la
destrucción porque os turistas se vuelven a sus casas.
Si el empleo no mejorará, tampoco lo hará el mercado de la vivienda para
que puedan tener acceso a vivienda en alquiler social aquellos
colectivos que lo necesitan, a precios razonable.
Los talibanes del
mercado siguen lanzando pestes contra cualquier regulación de los
precios de alquiler, porque así no se asignan eficientemente los
recursos, ya que la teoría de señalización sigue vigente, a pesar de los
casos de escasez de oferta de vivienda asequible, y por supuesto a
pesar de la eclosión de la nueva moda de alquilar tu casa para poder
pagar los estudios de tus hijos o simplemente poder comer.
Esta sociedad vacía y vieja solo vive pensando en cómo solucionar el
problema de las pensiones actuales, drama que se conjurará con más
deuda, es decir, pelota hacia adelante. Pero sigue aceptando la
destrucción del mercado laboral con una naturalidad propia de colectivos
que no estarán aquí cuando esto explote. Tal vez hayamos llegado al
punto en que solo nos importa el ahora, y cómo salgo yo de esta
encrucijada.
Pero urge cada vez con más fuerza, un episodio que nos haga
salir del marasmo de las trincheras ideológicas y políticas y pasar a
la acción real, aunque ello conlleve perdernos el último episodio de
nuestra serie favorita. Como ha señalado Unai Sordo, el nuevo Secretario
General de CCOO, si los jóvenes no espabilan, su futuro estará
completamente muerto." (Alejandro Inurrieta , Vox Populi, 03/07/17)
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