"(...) ¡No, España no genera empleo, reparte miseria para beneficio de unos
pocos que sorben la plusvalía del trabajo! Y de los jóvenes ni hablamos.
Sí, España, país enfermo.
Los datos del mes de junio de las oficinas de los Servicios Públicos de
Empleo Estatal (SEPE) son simple y llanamente un reflejo del modelo
productivo por el que optó finalmente España: país de camareros,
desindustrialización, salarios bajos y precariedad laboral. (...)
Hemos entrado en una fase de crecimiento de la economía en la que se
reparte la miseria. El empleo que se crea es de baja calidad, precario
y, como tal, inestable y poco productivo. Como consecuencia, la
productividad de los factores productivos sigue estancada. Salarios
bajos, baja productividad de los factores productivos, descenso de la
población activa, unido a la demografía y la falta de voluntad política
amenaza nuestro sistema público de pensiones.
Esta realidad, el reparto de la miseria, que
domina el devenir de nuestro país, especialmente tras La Gran Recesión,
es paralela al mayor despegue histórico de nuestro sector exterior, que
algunos desde el actual ejecutivo descubrieron solo cuando llegaron al
poder. España jamás ha perdido competitividad en las últimas dos
décadas.
Junto con Alemania el nuestro es el único país que en los
últimos 20 años mantuvo e incrementó su cuota de exportaciones, no solo
por margen intensivo, sino también por aumentos en margen extensivo, la
exportación de nuevos productos y hacia nuevos destinos.
Los
actuales gobernantes siempre confundieron productividad aparente del
trabajo con competitividad. España tiene una baja productividad por que
el modelo de crecimiento propuesto por las élites patrias –políticas,
financieras, inmobiliarias, y oligopólicas- es intensivo en mano de
obra, pero muy lucrativo para ellas.
Sin embargo, nuestro sector
exportador, desde 1994, nunca ha dejado de crecer, y es ahora cuando se
encuentra ante una disyuntiva vital, o se implementan nuevos proyectos
de inversión o su efecto se diluirá como un azucarillo.
Las disponibilidades de bienes de equipo se han recuperado ligeramente
tras hundirse masivamente en el período 2008-2013. Añadamos además otro
factor preocupante que hemos comentado desde estas líneas: distintos
vehículos de inversión, especialmente foráneos, están adquiriendo la
propiedad de empresas familiares españolas de tamaño pequeño y mediano,
además de otras de gran tamaño, buscando rendimientos ex ante
atractivos. Estamos perdiendo el control de estas empresas a favor de
capital extranjero, lo cual es preocupante.
Ante el brutal incremento del paro durante la Gran Recesión, en vez de
repensar que es lo que queríamos para nuestra querida España, las élites
optaron por repartir la miseria. La búsqueda de un nuevo modelo
productivo, asociado de manera ineludible a una profunda reforma y
catarsis colectiva, donde el intercambio de favores y el caciquismo
desparecieran definitivamente de la faz de nuestro país, requiere
tiempo.
Además, sus efectos no son inmediatos, y las actuales élites
perderían privilegios. Ante tal disyuntiva, enésima patada hacia
adelante, que paguen los de siempre. Se impuso una reforma laboral
diseñada exclusivamente con la intención de abaratar los salarios,
amedrentar a la clase trabajadora, seguir con las barreras a la
participación y a la entrada de nuevas ideas, nuevas propuestas, nuevos
grupos. Objetivo, mantener el statu-quo de los oligopolios patrios.
En el blog anterior resumimos las soluciones alternativas que hemos ido
discutiendo en los últimos años desde estas líneas, basadas todas en la
absoluta superioridad del principio de demanda efectiva: teoría
monetaria moderna y su propuesta de empleo garantizado; subida del
salario mínimo; el establecimiento de un impuesto sobre la renta del
suelo a “lo Henry George”, mientras que bajamos los impuestos al resto
de factores productivos y, sobretodo el IVA; el desarrollo una política
pública de vivienda que hunda los alquileres y precios de la vivienda
patria; y, en el medio plazo, una vuelta a la industria, lo que algunos
denominan eufemísticamente cambio de modelo productivo. Si no se hace
nada de ello, todo seguirá igual." (Juan Laborda , Vox Populi, 06/07/17)
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