21.9.17

Hemos entrado en una fase de crecimiento de la economía en la que se reparte la miseria. El empleo que se crea es de baja calidad, precario. Como consecuencia, la productividad sigue estancada...

"(...) ¡No, España no genera empleo, reparte miseria para beneficio de unos pocos que sorben la plusvalía del trabajo! Y de los jóvenes ni hablamos. Sí, España, país enfermo.

 Los datos del mes de junio de las oficinas de los Servicios Públicos de Empleo Estatal (SEPE) son simple y llanamente un reflejo del modelo productivo por el que optó finalmente España: país de camareros, desindustrialización, salarios bajos y precariedad laboral.  (...)

Hemos entrado en una fase de crecimiento de la economía en la que se reparte la miseria. El empleo que se crea es de baja calidad, precario y, como tal, inestable y poco productivo. Como consecuencia, la productividad de los factores productivos sigue estancada. Salarios bajos, baja productividad de los factores productivos, descenso de la población activa, unido a la demografía y la falta de voluntad política amenaza nuestro sistema público de pensiones. 

Esta realidad, el reparto de la miseria, que domina el devenir de nuestro país, especialmente tras La Gran Recesión, es paralela al mayor despegue histórico de nuestro sector exterior, que algunos desde el actual ejecutivo descubrieron solo cuando llegaron al poder. España jamás ha perdido competitividad en las últimas dos décadas. 

Junto con Alemania el nuestro es el único país que en los últimos 20 años mantuvo e incrementó su cuota de exportaciones, no solo por margen intensivo, sino también por aumentos en margen extensivo, la exportación de nuevos productos y hacia nuevos destinos.

Los actuales gobernantes siempre confundieron productividad aparente del trabajo con competitividad. España tiene una baja productividad por que el modelo de crecimiento propuesto por las élites patrias –políticas, financieras, inmobiliarias, y oligopólicas- es intensivo en mano de obra, pero muy lucrativo para ellas.

 Sin embargo, nuestro sector exportador, desde 1994, nunca ha dejado de crecer, y es ahora cuando se encuentra ante una disyuntiva vital, o se implementan nuevos proyectos de inversión o su efecto se diluirá como un azucarillo. 

 Las disponibilidades de bienes de equipo se han recuperado ligeramente tras hundirse masivamente en el período 2008-2013. Añadamos además otro factor preocupante que hemos comentado desde estas líneas: distintos vehículos de inversión, especialmente foráneos, están adquiriendo la propiedad de empresas familiares españolas de tamaño pequeño y mediano, además de otras de gran tamaño, buscando rendimientos ex ante atractivos. Estamos perdiendo el control de estas empresas a favor de capital extranjero, lo cual es preocupante.

 Ante el brutal incremento del paro durante la Gran Recesión, en vez de repensar que es lo que queríamos para nuestra querida España, las élites optaron por repartir la miseria. La búsqueda de un nuevo modelo productivo, asociado de manera ineludible a una profunda reforma y catarsis colectiva, donde el intercambio de favores y el caciquismo desparecieran definitivamente de la faz de nuestro país, requiere tiempo.

 Además, sus efectos no son inmediatos, y las actuales élites perderían privilegios. Ante tal disyuntiva, enésima patada hacia adelante, que paguen los de siempre. Se impuso una reforma laboral diseñada exclusivamente con la intención de abaratar los salarios, amedrentar a la clase trabajadora, seguir con las barreras a la participación y a la entrada de nuevas ideas, nuevas propuestas, nuevos grupos. Objetivo, mantener el statu-quo de los oligopolios patrios.

 En el blog anterior resumimos las soluciones alternativas que hemos ido discutiendo en los últimos años desde estas líneas, basadas todas en la absoluta superioridad del principio de demanda efectiva: teoría monetaria moderna y su propuesta de empleo garantizado; subida del salario mínimo; el establecimiento de un impuesto sobre la renta del suelo a “lo Henry George”, mientras que bajamos los impuestos al resto de factores productivos y, sobretodo el IVA; el desarrollo una política pública de vivienda que hunda los alquileres y precios de la vivienda patria; y, en el medio plazo, una vuelta a la industria, lo que algunos denominan eufemísticamente cambio de modelo productivo. Si no se hace nada de ello, todo seguirá igual."                       (Juan Laborda  , Vox Populi, 06/07/17)

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