20.11.17

El partido de Macron y sus promesas de regeneración se desinflan. Sólo el 10% de sus (presuntos) 300.000 adheridos iniciales sigue activo... ya ha anunciado la supresión de los empleos subvencionados (más de 100.000 en el 2018), uno de los recursos paliativos de la miseria de los barrios desfavorecidos

"Seis meses después de la llegada al poder del presidente Emmanuel Macron, su partido, La República en Marcha (REM), se desinfla.

¿Qué queda de todas aquellas promesas de “regeneración” y “cambio radical de la política”, de aquella burbuja de jabón presidida por el culto a la personalidad de un candidato con estilo de predicador de Oklahoma de la campaña electoral? Poca cosa.

Sólo el 10% de sus (presuntos) 300.000 adheridos iniciales reclamados sigue activo, y las críticas y el desencanto afloran desde la base ante el primer congreso que se celebrará el sábado en Lyon.
Como ejemplo, el manifiesto de los “cien demócratas”, un grupo de desencantados que acaba de anunciar su dimisión colectiva del partido. La democracia interna brilla por su ausencia, dicen.

 Las medidas para evitar la afluencia de “viejos y jóvenes lobos” oportunistas atraídos por el poder, han pasado a mejor vida, junto con la “libertad de opinión y la crítica interna contra los abusos del poder”.

 “El comité de ética y experimentación sólo existe sobre el papel”. Se supo “movilizar las disposiciones afectivas como conceptos de marketing para vender el producto”, pero una vez logrado se ha abierto paso “el desprecio y la arrogancia”. 

“Un funcionamiento vertical y una gobernanza de élites que desprecia la competencia y la inteligencia colectiva”. Al final, lo de siempre: “imposición de direcciones autocráticas” que desembocan en “un modo de organización digno del antiguo régimen”.

El portazo suena demoledor, sobre todo porque el desencanto hacia el partido se suma al suscitado por el propio presidente. A los seis meses de su elección, sólo el 35% de los franceses se declaran satisfechos por su acción de gobierno, considerada por una enorme mayoría favorable a la Francia acomodada.

Un 73% considera que su supresión del impuesto a las grandes fortunas beneficia a estas y un 88% estima que el presidente favorece a los más ricos.

Que un 61% se declarara en octubre no convencido por su primera entrevista televisada significa que el efecto Macron se ha evaporado, pese a que tampoco la movilización callejera haya sido masiva. (...)

Que el país no está (aún) en pie de guerra lo demuestra el hecho de su presencia, sin incidentes, en Clichy-sous-Bois, la barriada en la que en el 2005 arrancó la revuelta de las banlieues que incendió el país. 

Y eso cuando el presidente ya ha anunciado la supresión de los empleos subvencionados (más de 100.000 en el 2018, más de 250.000 desde el 2016), uno de los recursos paliativos de la miseria de los barrios desfavorecidos. 


Ante todo ese recorte, Macron anunció ayer “una movilización de toda la nación” para “responder al desafío inmenso” de la miseria. Un enorme contraste entre retórica y recortes."            (Rafael Poch, La Vanguardia, 15/11/17)

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