"(...) (Rajoy) cuando la crisis arreciaba y hacía que el
índice de desempleo superara el 27 % de la población, con 6 millones de
parados a mediados de 2013, salió adelante. No porque se convirtiera de
repente en un líder carismático en el que la gente creía a pesar de
todas sus desgracias, ni porque encontrara fórmulas originales y
eficaces para hacer frente al desastre.
Sino porque tuvo la suerte de
que España estaba en Europa, en esa Europa a la que Rajoy nunca había
prestado mucha atención. Y porque Europa no podía permitir que España
terminara como había terminado Grecia, porque eso habría acabado con el
euro y quien sabe si también con la Unión.
Y la UE, con Angela Merkel a la cabeza
cobijó a Rajoy y dirigió sus pasos. Simplemente porque no tenía más
remedio. Permitió un rescate bancario que no cumplía con las reglas
comunitarias porque tenía que evitar que España entrara en suspensión de
pagos.
Toleró que el gobierno español incumpliera sus compromisos de
déficit. Y tragó con que el Banco Central Europeo abriera el grifo del
dinero y proporcionara liquidez prácticamente sin límites a nuestro
sistema financiero, aunque es cierto que también al italiano y al
portugués, entre otros. Y en eso sigue.
Como los precios del petróleo, que se
mantienen en niveles muy soportables, y sobre todo que no crecen, desde
hace unos cuantos años. Ese ha sido otro gran aliado de Rajoy, otra de
las claves del crecimiento del PIB que se registra desde principios de
2014.
También la crisis política de buena parte de nuestros competidores
mediterráneos, que ha dado alas a nuestra industria turística. Pero por
delante de todas ellas algo que nunca figura en un lugar destacado de
los análisis oficiales y que ocultan sistemáticamente los medios de
comunicación fieles al presidente y sus estrellas: el formidable
empobrecimiento de una parte sustancial de la población española, el
descenso sistemático de los salarios, la ruina personal y social de
millones de jóvenes, postergados por la falta de oportunidades para
insertarse en condiciones en el mercado laboral. El crecimiento del PIB
se ha producido también gracias a eso.
La crisis golpeó a los más débiles,
aunque sectores no despreciables de las clases medias también se vieron
muy golpeados por ella. Rajoy ha hecho algo por estos últimos, pero nada
por los primeros, salvo agravar su situación mediante extraordinarios
recortes del gasto en servicios sociales que tienen toda la pinta de
seguir ahí todo el tiempo que haga falta.
Por el contrario, el
presidente del gobierno se ha ocupado a fondo en que los más pudientes
estuvieran contentos con su gestión. Recortándoles los impuestos,
concediéndoles una amnistía fiscal y sobre todo protegiendo sin límites
los intereses de los bancos y de las grandes empresas, manteniendo todo
tipo de apoyos fiscales y subvenciones, tolerando prácticas oligopólicas
y haciendo todo lo que podía, entre otras cosas poner mucho dinero,
para que no se marcharan las multinacionales, que hoy por hoy controlan
lo sustancial de nuestra industria. (...)
Es seguro que para muchos españoles nada de lo anterior marca la de
nuestro presidente del gobierno, sino que el signo indeleble de su
gestión es su comportamiento ante la corrupción de su partido, y puede
que hasta de él mismo. Y es posible que tengan razón.
Por varios
motivos. Pero sobre todo por uno. Porque las prácticas corruptas y la
falta de respuesta a las mismas por parte del PP y del gobierno a lo
largo de demasiados años han envilecido la política y la vida pública
española hasta el punto de que ya parece imposible que vuelvan a un
mínimo aceptable. Eso también está en el balance de estos seis años de
Rajoy." (Carlos Elordi
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