22.11.17

Todos los cambios políticos europeos hunden sus raíces en las dos crisis más importantes del continente: la del euro y la de los refugiados. Con la crisis de la deuda, los ciudadanos dejaron de creer en las promesas de bienestar de la Unión; con la de los refugiados, en las de seguridad, ley y orden... la causa probable de la desintegración europea

"Europa está viviendo la magia del comienzo, el principio de espectaculares experimentos políticos. Pasada la fantasía apocalíptica del año del Brexit, en el continente crece la esperanza de un renacimiento impulsado por nuevos líderes y nuevas ideas.

En Francia, un hombre ha barrido el sistema que, a lo largo de varias décadas, creció y se marchitó. La imagen del recién elegido Macron entrando en el patio iluminado del Louvre se ha convertido en el emblema de los nuevos tiempos, y sus ideas, en un manifiesto de confianza para un continente abatido.

Con una acrobacia política igualmente espectacular, Sebastian Kurz ha logrado revolucionar la situación en Austria. La joven estrella de este país tan importante estratégicamente, situado en el umbral de Europa del Este, es el segundo portador de esperanza de la nueva era.

Mientras tanto, Alemania experimenta con una nueva y moderna variante del poder. La excitante incertidumbre de los precursores sigue envolviendo también a la coalición Jamaica.  (...)

Pero la magia del principio suele ofuscar la mente. Un examen sobrio de la nueva situación muestra que las opciones creativas para llegar al poder o conservarlo son, ante todo, un signo de debilidad. Todas ellas hunden sus raíces en las dos crisis más importantes del continente: la del euro y la de los refugiados.

 Ambas han sido la causa del persistente desplazamiento del voto a lo largo de una década.
Los populistas han conquistado los votos de la izquierda y de la derecha que ahora faltan en el centro para formar mayorías tradicionales.  (...)

En casi toda Europa, el equilibrio político está sometido a presión. También en España, en Holanda y en Escandinavia, por no hablar del este del continente. Prácticamente en todos los países, a las fuerzas moderadas proeuropeas les cuesta más encontrar mayorías. Por eso, al final se salvan mediante las innovaciones políticas.

En Italia se pueden observar las posibles repercusiones en caso de que una de estas innovaciones fracase. El ex primer ministro Matteo Renzi fue el primer Macron de Europa.  (...)

Transcurrido un año desde la caída del ex primer ministro, en Italia se abre un precipicio político.(...)

 Seguramente la primera fuerza será Cinco Estrellas, el ideológicamente difuso movimiento contrario a los partidos de las élites.  (...)

La tercera economía de la UE se podría perder como socio estable para el renacimiento de la Unión.
Italia enseña lo que está en juego. Las fuerzas proeuropeas tienen que aprovechar su última oportunidad de construir un futuro. 

Si no lo hacen, el panorama político del continente amenaza con convertirse en impredecible. Sin embargo, esto no quiere decir que la defensa de Europa deba ser un fin en sí mismo. Los partidos tienen que convencer a los electores de que ofrecen una alternativa mejor que el nacionalismo.

Porque, desde que la Unión Europea se deslizó en sus crisis para, a continuación, dedicarse a predicar palabras vacías en lugar de a equipar al continente económicamente y en materia de seguridad, mucha gente lo duda. Con la crisis de la deuda, los ciudadanos dejaron de creer en las promesas de bienestar de la Unión; con la de los refugiados, en las de seguridad, ley y orden. (...)"          ( es redactor jefe de Internacional de Die Welt, El País, 20/11/17)

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