"Europa está viviendo la magia del comienzo, el
principio de espectaculares experimentos políticos. Pasada la fantasía
apocalíptica del año del Brexit, en el continente crece la esperanza de
un renacimiento impulsado por nuevos líderes y nuevas ideas.
En Francia, un hombre ha barrido el sistema que, a lo
largo de varias décadas, creció y se marchitó. La imagen del recién
elegido Macron entrando en el patio iluminado del Louvre se ha
convertido en el emblema de los nuevos tiempos, y sus ideas, en un
manifiesto de confianza para un continente abatido.
Con una acrobacia política igualmente espectacular,
Sebastian Kurz ha logrado revolucionar la situación en Austria. La joven
estrella de este país tan importante estratégicamente, situado en el
umbral de Europa del Este, es el segundo portador de esperanza de la
nueva era.
Mientras tanto, Alemania experimenta con una nueva y
moderna variante del poder. La excitante incertidumbre de los
precursores sigue envolviendo también a la coalición Jamaica. (...)
Pero la magia del principio suele ofuscar la mente. Un
examen sobrio de la nueva situación muestra que las opciones creativas
para llegar al poder o conservarlo son, ante todo, un signo de
debilidad. Todas ellas hunden sus raíces en las dos crisis más
importantes del continente: la del euro y la de los refugiados.
Ambas
han sido la causa del persistente desplazamiento del voto a lo largo de
una década.
Los populistas han conquistado los votos de la
izquierda y de la derecha que ahora faltan en el centro para formar
mayorías tradicionales. (...)
En casi toda Europa, el equilibrio político está
sometido a presión. También en España, en Holanda y en Escandinavia, por
no hablar del este del continente. Prácticamente en todos los países, a
las fuerzas moderadas proeuropeas les cuesta más encontrar mayorías.
Por eso, al final se salvan mediante las innovaciones políticas.
En Italia se pueden observar las posibles
repercusiones en caso de que una de estas innovaciones fracase. El ex
primer ministro Matteo Renzi fue el primer Macron de Europa. (...)
Transcurrido un año desde la caída del ex primer ministro, en Italia se abre un precipicio político.(...)
Seguramente la primera fuerza será Cinco Estrellas, el ideológicamente
difuso movimiento contrario a los partidos de las élites. (...)
La tercera economía de la UE se podría perder como socio estable para el renacimiento de la Unión.
Italia enseña lo que está en juego. Las fuerzas
proeuropeas tienen que aprovechar su última oportunidad de construir un
futuro.
Si no lo hacen, el panorama político del continente amenaza con
convertirse en impredecible. Sin embargo, esto no quiere decir que la
defensa de Europa deba ser un fin en sí mismo. Los partidos tienen que
convencer a los electores de que ofrecen una alternativa mejor que el
nacionalismo.
Porque, desde que la Unión Europea se deslizó en sus
crisis para, a continuación, dedicarse a predicar palabras vacías en
lugar de a equipar al continente económicamente y en materia de
seguridad, mucha gente lo duda. Con la crisis de la deuda, los
ciudadanos dejaron de creer en las promesas de bienestar de la Unión;
con la de los refugiados, en las de seguridad, ley y orden. (...)" (Klaus Geiger es redactor jefe de Internacional de Die Welt, El País, 20/11/17)
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