"Miércoles, 11:30 de la mañana, centro comercial La Vaguada, en el
madrileño barrio del Pilar. Tres jóvenes, en torno a los 18 años,
debaten sobre cómo apostar en el Real Madrid-Leganés en uno de los dos
locales que Sportium, la empresa de
apuestas deportivas, ha instalado en el centro.
"¡Pero cómo vas a
meterle 20 euros al empate, que es en el Bernabéu!", le dice uno a otro.
Después salen, se dirigen al Foot Locker,
una tienda de zapatillas, y regresan al local. Repiten el trayecto
varias veces a lo largo de la mañana con paradas eventuales en
franquicias de alimentación.
Son repetidores y están haciendo novillos:
"Aprovechamos el recreo para pasarnos un rato y hacer unas apuestillas,
pero no te creas que somos unos viciosos, los hay mucho peores que
nosotros", explican.
"Tengo amigos que viven aquí, que se conocen a todo
el personal de los locales de Monforte de Lemos, que incluso roban a
sus padres para apostar", remata otro. Muchas de estas salas permiten fumar en el interior, además de regalar cerveza solo por entrar al local.
Estos jóvenes han asimilado las casas de
apuestas como su entorno natural porque el barrio del Pilar, como otras
zonas populares de la ciudad, está experimentando un crecimiento
inusitado de las salas de juego, que abandonan el centro en busca de
alquileres más bajos y nuevos jugadores.
Solo en Aluche, Usera y Puente de Vallecas se han abierto más de 40 establecimientos desde 2014. Mientras, zonas de mayores rentas como Centro o el barrio de Salamanca tienen tres menos, como indica el análisis de datos públicos que ha realizado este periódico. (...)
A cierre de 2017 se contaban en Madrid 318 locales de
juegos de azar, contra los 185 de tres años antes. Si nos atenemos a
los distritos de la capital donde más de la mitad de las rentas no
superan los 25.000 euros anuales, los locales de juegos de azar han
pasado de 55 a 133 en tres años, un aumento del 141%. En la ciudad de Madrid crecen, en total, un 40% en el mismo periodo. (...)
Si vive en un barrio popular, habrá reparado en ellas, porque están por
todos los lados, especialmente en las arterias comerciales. En la calle
Marcelo Usera, en Usera, hay ocho, las mismas que en General Ricardos, en Carabanchel.
En Bravo Murillo,
el eje vertebrador de Tetuán, doce. No hay barrio con bajas rentas que
se libre: "Es lógico que las salas se estén instalando en estos barrios,
porque es ahí donde está el perfil del adicto al juego.
Los problemas
económicos —y la necesidad de conseguir dinero rápido— junto a la falta
de información sobre el juego los hacen especialmente vulnerables a este
tipo de adicción", considera Esther Rubio, psicóloga de Proyecto Hombre. (...)
Como mandan los cánones de los casinos, los salones de juego suelen ser
espacios sin ventanas, espejos ni relojes para evitar que el jugador
tenga consciencia del paso del tiempo. Tienen una parte de máquinas
tragaperras, un negocio en ligero declive, y a menudo a la cerveza 'invita la casa',
como ha podido comprobar este periódico.
Pero lo que ha revitalizado
los salones, históricamente poblados por personas de mediana edad, son
las apuestas deportivas: "Su introducción ha mejorado la rotación de los
salones de juego. Entra y sale mucha más gente que antes, y son más
jóvenes, lo que favorece al salón en general", considera la patronal.
Las apuestas de fútbol son especialmente lucrativas para los salones, no
solo por ser las más recurrentes, sino porque fijan a los apostadores al menos dos horas en el salón, posibilitando que, mientras, realice otras apuestas. (...)
El perfil está muy marcado: el jugador promedio es un hombre de entre 18 y 43 años,
que vive en pareja y tiene un bajo nivel de ingresos y estudios.
Además, los estudios señalan que hay detonantes comunes a la hora de
caer en el juego patológico, como la muerte de un amigo o familiar
(presente en el 53% de los casos), los problemas económicos (45%) y
cambiarse de domicilio (34%). Se trata de una actividad monopolizada por los hombres, ya que solo el 7% de los apostantes habituales son mujeres.
Desde Proyecto Hombre indican que aún no reciben
personas adictas a las apuestas 'online', ya que los adictos tardan una
media de diez años en buscar ayuda y el fenómeno es más reciente, pero
sí notan su presencia: "Hemos instaurado un protocolo nuevo: preguntar a
todos los adictos que vienen a Proyecto Hombre, ya sea por drogas o por
cualquier otro motivo, si juegan a las apuestas deportivas. Hemos detectado que es una adicción secundaria (que viene después de otra más grave) que está presente en muchos pacientes", dice Rubio.
Adrenalina y dinero rápido
Para Antonio*, "las
maquinitas" fueron un agujero negro. Empezó a jugar en los bares de su
barrio, Carabanchel, todavía en pesetas, echando unas monedas a la
tragaperras. Tenía 35 años y no pudo parar de jugar durante
prácticamente todos los días de los cinco años siguientes. Entendió que
el suyo era un problema cuando se dio cuenta de que ya no lo hacía para
pasárselo bien, sino para hacerse daño.
"Robé dinero a mi hija cuando no
había nada en casa. Y se lo robaba convencido de que le habría devuelto mucho más,
que con eso le pondría un piso... es un autoengaño constante". Creía
que el suicidio sería su única vía de escape, asegura, y, tras constatar
la ineficacia de las píldoras que le recetó un psiquiatra, encontró su
sitio en los círculos de Jugadores Anónimos. (...)
Acude gente como Antonio o su compañero Luis*, que cuenta cómo entrar en las salas de bingo le hacía olvidarse de todos los males, "hasta del dolor de muelas, literalmente".
Ahora se ha inscrito en el registro voluntario de personas que tienen
prohibida la entrada a las salas de juego. Los empleados piden nombre y
DNI y, si está registrado, no entra.
Este periódico ha podido comprobar
que, si en grandes salas de bingo este registro se comprueba a diario, en las salas de juegos de azar más comunes a menudo se pasa por alto.
Ahora Antonio está "limpio", en sus propias palabras, y constata que los jugadores 'online' son, con diferencia, los nuevos protagonistas de los grupos de ayuda.
Aunque el fenómeno que más preocupa en el sector es la incorporación de
los jóvenes a los salones de juego.
Es la traslación de las apuestas
'online' a un local físico, lo que genera sentimiento de comunidad y le
aporta un matiz lúdico: "Las apuestas deportivas son un producto
perfecto para los jóvenes. Les ofrecen todo lo que buscan: reto entre
amigos, adrenalina, dinero rápido..." explica la psicóloga Rubio.
"Lo han tomado como un centro de reunión. A menudo estos locales están
al lado de un 100 Montaditos y otros locales que suelen frecuentar los
jóvenes, es muy preocupante", continúa Rubio, quien considera que una
persona con los 18 años recién cumplidos no está preparada para jugar:
"Para colmo estas casas de apuestas les regalan dinero a los clientes
solo por entrar.
Les dan 200 euros para apostar, para que cojan el
hábito, y los jóvenes normalmente no tienen conciencia de que es dinero real, sino que es otro juego como la PlayStation".
Los ídolos normalizan el juego
El mundo del deporte también ha contribuido a
blanquear las apuestas deportivas. Se anuncian en los carruseles de
fútbol, en la prensa deportiva e incluso los propios jugadores
recomiendan jugar. Desde futbolistas como Joaquín, Kiko o Martín Vázquez a periodistas como Manolo Lama o Julio Maldonado pasando por vividores profesionales como Josef Ajram, cuyo rostro está impreso en los salones de juego de La Vaguada, todos han cedido al patrocinio de las apuestas.
Otros, como los futbolistas Gerard Piqué y Neymar,
partiendo de una afición personal, han conseguido que el póker sea
considerado un deporte más, incluso más igualitario que el fútbol:
"El
póker te da algo que el fútbol no te puede dar. Si tú eres novato y no
tienes ni idea de jugar al fútbol, no tendrás nunca la posibilidad de
jugar contra Messi y Cristiano, a no ser que se te aparezca la virgen y
ganes algún sorteo. En el póker puedes jugar contra los mejores del mundo siendo un novatillo y no sabiendo de esto", llegó a decir en un programa de radio el central del Barcelona.
Además, los salones de juego están tomando parte de
la clientela de los bares. A diferencia de estos, que ofrecen solo un
partido, normalmente de los equipos más fuertes de la liga, en los salones se puede ver cualquier partido del mundo.
Mientras, en los anuncios de las televisiones, TVE incluida, las caras del deporte también invitan a apostar hasta en horario infantil, como denunció
este año el Consejo Audiovisual de Andalucía. "Esto es muy negativo, ya
que se normaliza el juego y se presenta como algo divertido, sin
riesgos, que viene avalado por los futbolistas, que a menudo son los
iconos de los que apuestan", finaliza Rubio." (Alfredo Pascual, Daniele Grasso, El Conficencial, 28/01/18)
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