22.5.18

España no se ha vuelto de derechas. En 2018 el eje nacional domina la intención de voto sobre el eje social, como pasaba en Cataluña. Si a un votante de izquierdas centralista a quien no le gusta la ambivalencia del PSOE escucha el mensaje de Ciudadanos, puede compra su discurso

"La subida de Ciudadanos y la resistencia del PP en la media de encuestas sugieren que hay un creciente dominio de españoles de derechas. No es cierto, de momento, pero sí hay movimientos que pueden cristalizar en una España distinta.

1. España sigue siendo de izquierdas, pero algo más de centro. Durante toda la historia de la democracia española, siempre ha habido más españoles que dicen que son de izquierdas. Un 28% se ubica en la izquierda y otro 50% en el centro o centroizquierda. En la derecha —más allá del 6 en una escala 1 a 10— solo se ubican el 15%.

 En los últimos años, desde 2011, los españoles se han movido hacia el centroizquierda: el 64% se ubican entre el 3-5, cuando en 2011 y 2014 esa cifra era 55%. En estos años ha habido también un movimiento desde los extremos hacia el centro: un 16% se decía de extrema izquierda y ahora solo el 10%. En el extremo derecho ha pasado lo mismo: en 2012 eran 7% y ahora apenas un 3%. El momento con más gente en la extrema izquierda fue 2014: un 19% se colocaba en el 1-2, pero con la consolidación de cuatro partidos ha caído.

A pesar de este dominio del centroizquierda, el partido tradicionalmente asociado a ese espacio -el PSOE- no se ve premiado en esas mismas encuestas. Hay un motivo: la ideología no es el único indicador del voto cuando hay grandes temas en el debate público.

2. Hay maneras distintas de ser de izquierdas. El éxito de cada gobierno ha sido tradicionalmente una buena señal de la ideología de los españoles. La ideología media durante los gobiernos de Felipe González era de 4,5. Pero con la subida del PP y los gobiernos de Aznar se movió a la derecha hasta el 4,9. La llegada de Zapatero se anticipó con un giro a la izquierda de los españoles: cuando lo eligieron la media estaba en 4,6. El deterioro de su partido movió las cosas a la derecha de nuevo.

 La cifra giró rápido, igual que se deterioraron los números del PP, y la emergencia de Podemos coincidió con un repunte de la izquierda. Pero 2015 devolvió la mesa al 4,7. Desde entonces apenas se ha movido. La crisis en Cataluña no ha cambiado esto. La media en septiembre fue del 4,76 y en marzo fue del 4,74.




La ideología por tanto no ha variado durante la crisis catalana, pero las encuestas sí lo han hecho. Ciudadanos es el único partido que crece con solidez tras su éxito el 21-D en Cataluña. ¿Qué está pasando? Que hay un gran tema nuevo que no está en el eje tradicional izquierda-derecha: "A veces no se mueve la ideología sino los conflictos que valoramos", dice Berta Barbet, investigadora en la Universidad Autónoma de Barcelona, que añade: "Alguien puede estar más a la izquierda pero de repente le preocupa mucho un conflicto distinto". Eso le hace dejar de lado sus preferencias sobre redistribución y acercarse al partido que mejor representa ese otro frente.

Este fenómeno tiene un nombre académico: priming, que sería algo así como "priorización". "Es cuando entra un tema en la agenda que oculta al resto: si prima el debate territorial, los votantes se olvidan de otras diferencias", dice Elias Dinas.


3. La ideología queda en segundo plano. En 2018, por tanto, el eje nacional parece que domina la intención de voto de los españoles -como pasaba en Cataluña. Si hubiera elecciones ahora, tendría consecuencias parecidas a las que vemos en los sondeos. De aquí a dos años la tendencia puede haber cambiado. 

O no, porque el asunto catalán tiene potencial para variar permanentemente afinidades: "Cataluña es el tipo de tema que puede llevar a realinear lealtades, especialmente si explota la identidad tanto como las opiniones", dice Markus Wagner, profesor de la Universidad de Viena. Esto es otro fenómeno con nombre, histéresis, para cuando un efecto permanece después de que su causa desaparezca.


España no había tenido hasta ahora ningún debate tan intenso sobre su identidad

España no había tenido hasta ahora ningún debate tan intenso sobre su identidad. Cataluña ha obligado a plantearse a cada cual dónde está y desandar las respuestas será más difícil: "La ventaja que tiene Cataluña para la gente es que es fácil decir de qué bando está. Tiene un componente identitario y cuando consigues que el conflicto genere la identidad es más difícil cambiarla", dice Barbet.

 Si Ciudadanos logra afianzarse como el partido que responde mejor a la identidad española, tendrá premio. La relevancia de la identidad es algo que han detectado otros partidos: las propuestas de Pedro Sánchez de modificar el delito de rebelión o hacer acatar la Constitución a los representantes públicos apuntan que la izquierda también ve botín electoral en el nacionalismo español. (...)

La esperanza de otros partidos es que asuntos distintos tomen relevancia en el debate público, como las pensiones o las reivindicaciones feministas, y que ese marco sea mejor a sus intereses.

4. La izquierda está más indecisa y es muy importante. Un motivo que ha dado el PSOE para sus pobres resultados este año en los sondeos es que sus votantes están desmovilizados. Son indecisos.

 En el pasado los socialistas han sido capaces de recuperar a sus votantes desmovilizados —como pasó en 2016—, pero es un juego peligroso. Ahora sus dudas pueden tener relación con el gran tema: ¿debo mantenerme fiel a mi ideología o puedo pasarme por una vez a Ciudadanos para defender mi identidad sin ambigüedad?

En la duda está el peligro de la contaminación, que probablemente esté ocurriendo ahora en la cabeza de miles de españoles: "Dado que quien articula las preferencias son los partidos concretos, si a un votante de izquierdas centralista a quien no le gusta la ambivalencia del PSOE durante un año escucha el mensaje de Ciudadanos y compra su discurso, seguramente se acabará haciendo más de derechas", dice Fernández-Albertos.  (...)

Aunque los indecisos que salten de la izquierda a Ciudadanos sean pocos, su peso puede ser definitivo debido al "empate técnico entre derecha e izquierda que tenemos ahora", dice Fernández-Albertos: "Si se sostiene, aunque el trasvase desde la izquierda hacia Ciudadanos no sea enorme, sí podemos ver que los partidos de centroderecha sean primeros y más fuertes", añade Fernández-Albertos.

A pesar de todo, es mejor estar en el caso del PSOE, donde los votantes se van al bando de indecisos, que en el del PP, donde sus votantes ya han encontrado otro partido (otra cosa es que se queden). Es más fácil revivir a un indeciso que a un tránsfuga.

Las fugas del PSOE y Podemos mueven al electorado español hacia la derecha. Pero la fuga más importante se producen en sentido contrario: un 5% del censo son personas que votaron por el PP y ahora dicen que votarán por un partido a su izquierda, que es Ciudadanos. La suma de esos votos siguen en el centroderecha.

 Pero son un movimiento a la izquierda, ya que el conjunto de españoles, cuando se le pregunta por la ideología de cada partido, ubica al PP en el 8,2 y a Ciudadanos a su izquierda, en el 6,7. Esto ayuda a explicar que PSOE y UP pierden votos sin que la ideología media de los españoles se mueva.

Es pronto para hablar de resultados electorales, pero una cosa es cierta: España aún no se ha vuelto de derechas."               (Jorsi P ,

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