"(...) ¿Cuál es su visión sobre el anuncio de volver a recurrir al FMI?
El
anuncio del Presidente de volver a pedir un crédito al Fondo Monetario
Internacional, luego de 12 años en que el gobierno de Néstor Kirchner
saldara la deuda con esa entidad, produjo una fuerte conmoción en la
sociedad.
Al temor que suscita la posibilidad de una crisis económica se
agregan inquietudes de otro orden vinculadas con la experiencia
histórica de la población sobre los significados de un acuerdo con el
FMI.
En primer lugar se trata de los impactos sociales de un
importante ajuste del gasto público para reducir drásticamente el
déficit fiscal, que afectará el ingreso de los jubilados y de los
empleados estatales tanto de la administración como de los servicios de
salud, de la educación pública en todos sus niveles y de otros servicios
sociales.
A estos ajustes cabe agregar el incremento del desempleo y la
pobreza que pueden derivar de la recesión económica, un fenómeno
sistemáticamente asociado con la aplicación de los programas y reformas
exigidos por el Fondo y que condicionan la entrega de los tramos
sucesivos del crédito a otorgar. (...)
¿Cuáles son los antecedentes de esta situación?
Jorge Schvarzer y Jorge Sábato, en un notable ensayo[1],
identifican como un factor decisivo entre las causas de la crónica
inestabilidad política argentina las características de su clase
dominante, dada su pretensión de aplicar un modelo inviable de
desarrollo económico que desemboca, de manera sistemática, en este tipo
de crisis.
Es decir que, más allá del contexto local e internacional y
de las coyunturas particulares, estas crisis tienden a ser autogeneradas
por la propia clase dominante local.
Las características de esta clase
son hoy particularmente reconocibles: su tendencia a privilegiar la
obtención de rentas de corto plazo en lugar de vincular sus beneficios
con inversiones productivas de largo plazo; la diversificación de sus
inversiones en diferentes sectores (“poner los huevos en diferentes
canastas”) de modo de minimizar los riesgos, aún cuando en ocasiones
esto desemboque en comportamientos contradictorios; la búsqueda de
control o colonización de áreas del Estado de modo de realizar sus
intereses a través de las políticas públicas, entre otras. (...)
¿Estos comportamientos se verifican en el gobierno actual?
Tal
vez lo nuevo del gobierno actual en relación con este aspecto
tradicional, es que en la mayoría de las instancias de gestión, y sobre
todo en el área económica, se ha incorporado a empresarios, directivos o
funcionarios que acreditan trayectoria en grandes empresas privadas.
Esto es observable en Energía, Transporte, Finanzas, Hacienda,
Producción, Agroindustria, así como en otros ministerios, como Cultura
-gestionada por un funcionario con trayectoria en editoriales privadas-;
Desarrollo Social y Medio Ambiente, donde varios programas son
gestionados por ONGs tradicionales de perfil “asistencialista” y con
proempresariales respectivamente. (...)
Algunos de los problemas suscitados en estas áreas proveen algunos
ejemplos que parecen casi de caricatura, como la renuncia de un
funcionario del Ministerio de Energía que provenía de la empresa Exxon,
en desacuerdo con la estrategia aplicada por el Ministro del área, con
trayectoria en la empresa Shell. (...)
El problema suscitado por esta incorporación directa de empresarios o
directivos de empresa es transformar la gestión estatal en una arena de
competencia oligopólica entre empresas, un fenómeno bastante alejado de
lo que supone una administración racional del Estado. (...)
Nada indica que los créditos que provengan del FMI no alimenten la fuga de capitales. (...)
¿La crisis actual muestra diferencias con las anteriores, cuáles?
Entre los cambios registrados entre 2003 y 2015, se destaca la
recomposición del centro de la estratificación social. Más allá de la
persistencia, aunque atenuada, de la desigualdad entre la cúspide y la
base de la pirámide, ya no se observa un quiebre en las clases medias
sino una mayor homogeneización y una convergencia de ingresos entre
diversos estratos sociales.
Por eso, la diferencia de la crisis
actual es que enfrenta a una sociedad fortalecida luego de una mejora
continua de los ingresos y la atenuación de las desigualdades. Esto es
el resultado tanto del crecimiento económico como de la redistribución
progresiva de los ingresos en los últimos tres lustros. (...)
Volviendo a las comparaciones entre crisis, lo que queremos
contrastar sobre todo son las respuestas de la sociedad. En 2001, el
colapso institucional fue precedido por una intensa movilización social,
promovida por los movimientos sociales surgidos algunos bajo la
dictadura, como los de derechos humanos, y varios como respuesta al
régimen neoliberal de los ’90, como los de los desocupados, trabajadores
de empresas recuperadas, participantes de asambleas barriales, miembros
de clubes de trueque y una infinidad de grupos que encontraban en la
protesta en la calle una forma de manifestación de sus demandas. Visto
este fenómeno en perspectiva, era el de una sociedad devastada por una
década de neoliberalismo al que respondió a través de estos canales de
movilización social.
La sociedad actual encuentra otro punto de
partida. La sociedad argentina contemporánea ha recompuesto en el pasado
reciente el centro de su estratificación. El predominio de clases
medias asalariadas y de clase obrera en los conflictos laborales ofrece
una homogeneidad de acción notable, orientada sobre todo por la dinámica
organizativa de los sindicatos.
A esta dinámica se agrega la de
numerosos movimientos sociales, entre los que se destacan los vinculados
con la economía popular, que buscan la confluencia incluso organizativa
con los sindicatos. La elevada participación de los salarios en el
ingreso es un índice clave del carácter de clase de las luchas actuales,
que se realizan en torno a la puja distributiva.
¿Las respuestas de la sociedad han variado respecto de situaciones críticas del pasado?
En
términos comparativos, la sociedad argentina actual muestra poderosos
diques de contención y defensa frente a las políticas de profundización
del ajuste implementadas por el gobierno, a las que intenta agregar el
respaldo del Fondo Monetario Internacional, pero que están ampliamente
desacreditadas por la experiencia histórica y por varias corrientes
sociopolíticas presentes en el contexto internacional, que objetan o
rechazan abiertamente las estrategias del capital financiero.
Si la
sociedad argentina pudo recomponerse luego de una larga década de
neoliberalismo, y esa experiencia ha sido tan reciente que cabe suponer
un incremento de capacidad en términos de organización y aprendizaje
colectivo, ¿cómo podría el gobierno seguir profundizando el ajuste
económico para aplicar un modelo socialmente inviable?" (Héctor Palomino . Profesor de Relaciones del Trabajo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Sin Permiso, 17/05/18)
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